La palabra «casi» en el título tiene una finalidad comercial: introduce un elemento de suspense y alienta la esperanza. Pero la realidad y las proyecciones reflejadas en las páginas del libro no justifican su inclusión.
A modo de introducción el autor, una autoridad mundial en la materia, nos cuenta la evolución del CO2 antropogénico y que su aumento conduce al calentamiento global y este al desastre. Pero ojo: lo que han vendido los medios de comunicación durante años es que «si la temperatura sube tanto pasará cuánto». Queda sin decir que si la temperatura sigue subiendo, como va a pasar, el desastre anunciado quedará de inmediato atrás y nos sumiremos en un desastre creciente y de consecuencias brutales e imprevisibles.
Luego el autor expone un montón de datos para llegar a conclusiones de sentido común cuando esos datos se reducen a escalas comprensibles para los profanos. El reto de reducir las emisiones de carbono antropogénico a la atmósfera es absolutamente inviable en los plazos autoimpuestos por una parte de la comunidad internacional para evitar los efectos progresivamente devastadores del cambio climático. Un cálculo algo chapucero, pero bastante lógico, sitúa el esfuerzo a realizar en torno a un 20-25% anual del PIB de los países desarrollados sostenido durante 30 años. Algo que hasta el más tonto comprende imposible por el monumental cambio de hábitos cotidianos y productivos que implica. Es solo un ejemplo que el autor pone tras el exhaustivo análisis de un montón de datos. Por citar otro, estamos todos muy «contentos» porque las energías renovables cada vez tienen más peso en la producción de energía eléctrica, pero olvidamos que la energía eléctrica es solo el 18% de la energía total consumida.
No me extiendo sobre causas y razones, que el autor explica con detalle y concisión. Leedlo y veréis. Pero sí digo, porque es la impresión que queda, que el futuro va a tener mucho de infierno. Por el calor creciente que está cambiando modos y lugares de vida, que desequilibrará por completo las relaciones de poder, las cuales también se están viendo ya afectadas por la desigual distribución de los recursos necesarios para desarrollar nuevas y más eficientes tecnologías. No dejo de pensar que será milagroso que este siglo no acabe siendo aún más convulso que el anterior
En resumen, caminamos hacia un planeta cada vez más hostil y violento, y no será posible revertir esa situación en ningún plazo alcanzable por ninguno de los seres humanos ahora vivos.
Y menos con la prisa y los modos del percal que ahora mismo domina el mundo.
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