En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 4 de enero de 2021

Los colores del incendio - Pierre Lemaitre


 

                Segunda novela de la trilogía Los hijos del desastre. Como es lógico en una trilogía, el lector disfrutará más y entenderá mejor la segunda novela si ha leído la primera, aunque no es imprescindible haberlo hecho.

                Y si la primera, Nos vemos allá arriba, es una buenísima novela, Los colores del incendio es todavía mejor.

                En Los colores del incendio los protagonistas de Nos vamos allá arriba pasan al olvido, y es un personaje secundario en esa primera novela quien coge las riendas de la segunda: Madeleine Péricourt, heredera del banco que lleva su nombre, separada de un infecto caradura y madre reciente. No obstante, la novela, más que la historia de Madeleine, es también la de quienes se cruzan en su vida, de modo que Los colores del incendio es más bien una «historia de historias». De historias incendiarias.

                ¿Qué ocurre en la previsiblemente plácida vida de la rica heredera? Que las cosas se complican: la vida privada de Madeleine está en el origen de una serie de problemas, alguno mayúsculo, a los que debe hacer frente, qué remedio; pero todos se complican con la enorme crisis económica iniciada en 1929 y con los tambores de guerra que se resuenan tras el triunfo del nazismo en Alemania. Una crisis, un incendio, que es la ruina de unos y la gran oportunidad de otros, al igual que el ascenso del nazismo amenaza con ser una tragedia para casi todos y un negoción para otros. Si el objetivo de Lemaitre es contar cómo la Historia, con mayúscula, se entremezcla y confunde con los millones de historias particulares de los individuos sobre los que ejerce una influencia determinante, lo consigue con brillantez. El mayúsculo incendio es la suma de infinitos pequeños incendios de todos los colores.

                Maravilla la capacidad del autor para exponer, con claridad meridiana, una trama verdaderamente compleja, una maraña de intereses económicos y afectivos interrelacionados entre los que no influyen poco las trampas y engaños de unos y otros. Y maravilla, también, el cariño con el que trata a casi todos sus personajes –manifestado en el tono y en el humorístico  modo en que consigue que sus debilidades nos resulten comprensibles-, cariño que hace que el lector no sienta hacia ellos toda la inquina que producen sus acciones. Y malas acciones las hay a montones, porque entre ambiciones y venganzas casi nadie se salva.

                Aunque Lemaitre no lo cite al final, en la relación de libros que han influido en su obra, encuentro muchos paralelismos entre su modo de escribir y el del mejor Camilleri, aunque Lemaitre recurre menos al diálogo para dar agilidad y tiende un poco más a la descripción. Tres cosas tienen en común: la claridad expositiva que permite que lo intrincado resulte sencillo, la forma en que la debilidad de cada personaje deriva en comprensión hacia él y, para terminar, la pátina de humor que recubre permanentemente la historia. Quizá haya una cuarta y hasta una quinta: el uso de secundarios memorables (cuarta) que dan lugar (quinta) a historias que transforman la novela en, como he dicho antes, una historia construida entrecruzando historias.

                El ritmo de la narración es bueno y constante, sin altibajos, y el lenguaje rico pero sin alardes innecesarios. Lemaitre trata de comunicar, no de demostrar nada. Y lo consigue.

                Una historia de más desamores que amores, de ambiciones grandes y pequeñas vinculadas tanto a lo afectivo como a lo económico y profesional y, sobre todo, al amor propio; de traiciones, venganzas y venganzas de las venganzas; con personajes cuya vida da monumentales bandazos; con personajes de todas las clases sociales y hasta con algún bellezón inquietante; una novela tan agradable que, a medida que avanza la lectura, el lector comienza a sentir pena de que el final se aproxime.

                Una novela deliciosa para los buenos lectores, y de lo más entretenida para los menos exigentes. 



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