A menudo
no somos conscientes de cuánto tenemos en común con las grandes celebridades. Mucho
más de lo que nos separa, aunque en lo poco que se distancian resulten
inalcanzables. Pero precisamente por ser celebridades acabamos conociendo sobre
ellos no solo aquello que justificó su fama, sino hasta cómo se rascaron; gracias a lo cual todo hijo de vecino puede comprobar que ha compartido miles de experiencias
con Einstein, Marie Curie, Cervantes o Velázquez, porque todos acabamos
afrontando el miedo, la duda, el amor y el desamor, la muerte de los seres
queridos, la propia enfermedad…
Al hilo
de la vida de Marie Curie, y en particular girando alrededor de la muerte de Pierre,
su esposo, Rosa Montero hace una serie de reflexiones aprovechando los
paralelismos y las distancias entre su propia vida y la de Marie Curie,
reflexiones llenas de sensatez y un punto de buen humor salvador que no buscan
su identificación con la celebridad, sino, al contrario, partir de lo
particular para alcanzar lo general, para llegar a pensamientos y razonamientos
que todos, de un modo u otro, acabamos haciéndonos y en los que a veces -en especial cuando hay que afrontar la muerte de quienes nos rodean- viene
bien que una voz clara y sosegada ayude a poner orden. Un orden que es más
sencillo establecer cuando nos vemos reflejados en otros.
La
ridícula idea de no volver a verte es un libro que pretende reconciliarnos con
las propias limitaciones y errores, un ejercicio de comprensión sobre las
carencias humanas y, por tanto, una ocasión de ser más feliz conociéndose a uno
mismo; es, también, una mirada larga, a todo un siglo, para ver el gigantesco
avance que, en ese periodo de tiempo, corto en términos históricos, ha dado la
mujer.
Una buena
lectura en la que el tono amistoso e íntimo crea el clima de complicidad entre
autora y lector necesario para que la confesión surta efecto.
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