En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

martes, 17 de septiembre de 2024

El hotel New Hampshire – John Irving

 


Vida, desgracia, humor. Maravilloso libro, publicado en 1981, que transcurre, a partir de 1956 (¡otra vez me topo con este año en las últimas lecturas!), en la costa este de Estados Unidos y también en Viena.

El matrimonio Berry tiene cinco hijos que, al comienzo de la historia, están unos en la infancia y otros en la adolescencia. El mayor, Frank, es un adolescente homosexual con ciertas obsesiones; le sigue Franny, la resuelta e inteligente hija mayor, un referente para todos; John, es el narrador, que intenta buscar su lugar en el mundo, y está siempre pendiente de Franny; Lilly, tiene problemas de crecimiento y a crecer consagra su vida; y Egg es el más pequeño, demasiado pequeño para hacer algo más que ser un niño. Además, tienen un perro poco pimpante y un peculiar conocido: un judío propietario de un oso amaestrado (así, como suena) llamado Estado de Maine. Un oso que, de algún modo, es uno más de la familia, con lo cual pretendo decir más de la familia que del oso.

Tras contarnos, a su manera. cómo sus padres se conocieron trabajando en un hotel que para el matrimonio ha quedado con resonancias míticas, John da cuenta del modo en que su padre, un hombre idealista y poco amigo de ver la realidad, se lanzó a crear un hotel en un viejo internado de señoritas, más o menos en el sexto pino, un lugar sin atractivo para los turistas ni para los trabajadores. En él se instaló toda la familia. El primer Hotel New Hampshire. Un lugar desastroso y gestionado desde el voluntarismo, la ingenuidad y la escasez, lo bastante chuchurrido como para que tiempo después la familia se largara a Austria a abrir un segundo Hotel New Hampshire, en el que también vivieron. De estas dos experiencias se ocupa la mayor parte del libro, aunque  tras las peripecias austriacas se produce el regreso a Estados Unidos para abrir el tercer hotel cuando ya los hijos están más creciditos y la novela enfila su final con la existencia de los protagonistas también encarrilada de modos que ninguno supo prever. En medio, la vida: experiencias traumáticas, enfermedad, accidentes, muertes, más desdichas que alegrías, pero, a pesar de todo… Así vemos mil cosas que no hacen más fácil la vida a nadie, que a menudo son experiencias dramáticas, pero que, en el tono en que están contadas, transmiten una filosofía de vida atractiva, basada en la comprensión y en la asumida idea de estar, pase lo que pase, en el mejor de los mundos posibles y que, por tanto, pase lo que pase, no queda otra que seguir adelante y arrear. De este modo nada, ni lo más dramático, adquiere tintes de tragedia, y la pátina de humor que recubre toda la novela se hace más densa (y más triste, porque en humor también puede serlo) en esos momentos.

Pero la novela, más que la historia del nacimiento y caída (o no) de tres hoteles con el mismo nombre, es la historia de los personajes. Algunos de ellos no están presentes todas las páginas, por razones que el lector verá, pero otros sí, y estos son los más relevantes: Frank, Franny, John, Lilly y el padre. Pero, sobre todo, Franny y John.

Cada cual tiene su modo de ser y de desenvolverse en la vida y, como las circunstancias a las que se enfrentan (las aventuras y desventuras hoteleras) son las mismas para todos, la variedad de reacciones a un mismo contexto vital da a la novela una riqueza extraordinaria, especialmente si tenemos en cuenta que buena parte de los personajes pasan de niños a adolescentes y a adultos a lo largo de sus páginas. Cómo cada cual busca su propia identidad y la encuentra sin que el mismo entorno genere las mismas personalidades.

Durante toda la novela se aprecia la relación especial que hay entre el narrador y su hermana mayor. A menudo se aprecian tintes incestuosos que se intensifican con el paso del tiempo hasta ser indubitables, y que acaban siendo planteados y resueltos con brillantez en lo que es, también, el episodio más osado de una novela que además es «osada» porque está plagada de osos: desde el inicial con el que arranca la historia hasta el peculiar «oso» austriaco del que no digo más para no fastidiar la sorpresa de un personaje único y digno de análisis. Con esas páginas va creciendo también quien no crece físicamente: Lilly, un personaje que acaba jugando un papel fundamental.

Como he dicho, los dos verdaderos protagonistas son Franny y John. Ambos están al comienzo y al final. De algún modo El Hotel New Hampshire es una historia de supervivencia. De cómo sobrevivir. Es decir, de cómo afrontar la vida, los disgustos, los sinsabores, la tragedia. Una historia que, siendo dramática, es también cómica, divertida, hasta el punto de enseñar que una parte importante de lo que llamamos tragedia (o, mejor dicho, de sus consecuencias) depende, fundamentalmente, de la actitud.

O quizá sea que cuanto nos rodea es, siempre, un hotel en el que, incluso aunque sea nuestro, siempre estamos de paso.

Leedlo.


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