En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

jueves, 4 de diciembre de 2025

Turbación - Cristina Peri Rossi

 


«Turbación, turbación y más turbación», como decía un personaje de no recuerdo qué obra. Lo digo porque son tres las historias de este breve volumen, porque todas implican para alguno de sus personajes un punto de turbación y porque no sería de extrañar que él indujera más turbación a alguno de los personajes, quién sabe si como vía de escape o como punto de llegada.

El primero de los relatos da título al libro. Es el más largo con diferencia, hasta el punto de que me sorprendió encontrar el segundo. Una mujer de alrededor de cincuenta años, chapada a la antigua y esposa en un matrimonio chapado a la muy antigua acude a la consulta de un psicólogo. Lo que el lector lee son las sesiones, los diálogos.

El psicólogo cumple su papel. Las anotaciones que realiza al hilo de frases o palabras de la mujer son brillantes e iluminan las entendederas del lector haciéndole profundizar en la mente de la paciente de un modo que ni las luces ni la prisa del lector medio suelen permitirlo. La mujer, susceptible a la enésima potencia, cuenta que, liberándose de las ataduras maritales, ha tenido la intrepidez de hacer una amiga, que ha resultado ser una escritora famosa. ¡Y menuda es, la dama! Más lista y más pita… Pero como regocijarse en la amistad probablemente tiene algo indebido, la paciente, dice, se hace la encontradiza para que nadie pueda decir que… Si esa relación es solo amistad o puede ser otra cosa, lo sabrá quien lea la obra. Y quizá lo sepa mejor que el personaje. ¿Será una de esas personas que va al psicólogo para que le confirme lo que se niega a saber?

La segunda historia, mucho más breve, es la de la buena señora que establece con el psicólogo una rivalidad que no va a ningún sitio. Y tal destino alcanza por lo que a ella respecta. A ver si se va usted a creer que tiene algo que decirme sobre mí misma, que he venido aquí a demostrar que no me hace falta estar aquí. En cuanto al psicólogo, aparte de para ganarse la vida esta cliente quizá le sirva para alcanzar el cielo o, al menos, merecer un monumento a la paciencia.

Y, por fin, y hablando de monumentos, el tercer relato nos presenta la conversación de un chaval con su psicóloga después de que el muchacho haya sido interceptado por la policía mientras intentaba tener sexo con una estatua. Sí, has leído bien, hay gente capaz de follarse un trozo de bronce o un piedrolo, siempre que un artista le haya dado la forma adecuada (si también hay quien se pone cariñosón con los simples peñascos, lo ignoro). «Agalmatofilia» se llama el festejo. No seré yo quien niegue que el arte puede estimular cualquier emoción y todo instinto, ni que la «Maja desnuda» siempre ha sido más celebrada que la vestida, y si no me creéis id al Museo del Prado a comprobar cuánta gente contempla cada uno de los dos cuadros, pero de ahí a… Bueno, ahora que lo pienso, de la literatura erótica siempre se ha dicho que es para leer con una sola mano, así que hay arte que provoca orgasmos. Literalmente. Eso sí, los provocados por la literatura erótica suelen darse en la intimidad del hogar y no, como en el caso de este Romeo Agalmatófilo, en mitad de una plaza llena de gente  y de repartidores de pizzas. En cualquier caso, su conversación con la psicóloga es de lo más interesante y reveladora de que hasta los tornillos más flojos pueden llegar a sujetar algo.

Una lectura breve, brillante, divertida y, aunque a veces no lo parece, profunda.


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