En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

martes, 2 de abril de 2024

Corregidora – Gayl Jones

 


Hace un montón de años, allá por los 90, leí un clásico de la economía: el «Curso de economía moderna» de Paul Anthony Samuelson, publicado en 1945 (no demasiado lejos de las fechas en las que transcurre la acción de Corregidora) y revisado en 1983. Hubo un capítulo que se me quedó grabado y que, tantos años después, aún recuerdo con frecuencia: el que analizaba las diferencias salariales en Estados Unidos por sexo y raza. Ser hombre era infinitamente más rentable que ser mujer; y ser blanco, infinitamente más que ser negro. Ser hombre blanco era el sumun; en cambio, ser mujer negra te situaba, prácticamente, más allá de los límites de la tabla: en la desgracia. Las diferencias eran tan apabullantes que se te humedecían los ojos. Ya digo: han pasado tres décadas y aún recuerdo aquel capítulo y lo estremecedor de aquel dato que con su pequeñez resumía la enorme magnitud de varias discriminaciones (la de género, el racismo, la xenofobia...) y las dramáticas consecuencias de su coincidencia.

Lo menciono porque este es el marco de Corregidora, publicado en 1975, cuya acción transcurre, aproximadamente, entre los años 40 y 60 del siglo XX. Es decir, un periodo en el que la mujer negra estaba, por término medio, a expensas de todo y de todos y sin otro apoyo que el de otras mujeres negras igualmente vulnerables y a menudo desamparadas.

Y eso que Ursa, la protagonista, es una privilegiada: más o menos (más bien menos que más) puede ganarse la vida, o algo parecido, como cantante de blues en Kentucky. 

Sobre ella recae una encomienda que es más bien una especie de maldición: la de su bisabuela exigiendo que cada mujer de la familia cuente a sus descendientes la historia de las mujeres Corregidora, para que la verdad nunca caiga en el olvido. ¿Y quién era Corregidora? El esclavista portugués que en la plantación las explotó, violó y preñó llegando a practicar el incesto con su propia descendencia porque, al fin y al cabo, no dejaban de ser propiedades suyas, llegando a reunir, si no me equivoco, los papeles de padre y abuelo de una misma persona.

Uno podría pensar que la vida para Ursa es algo mejor que para sus antepasadas, porque es cantante y ya no una esclava en una plantación, pero lo cierto es que cantar blues a diario en un club en aquella época tampoco era una juerga: para los dueños de los locales eras su mercancía, y para todos ellos y para toda la clientela eras, además, un modo de regalarse la vista, excitarse y babear, tras lo cual, como es fácil suponer, pueden venir proposiciones cuyo rechazo a menudo da problemas.

Así es como Ursa conoce al que será su marido. Y así es como el marido enseguida se vuelve celoso, sabedor de que todos los hombres que miran a su mujer no están tan preocupados por la música como por desnudarla con la mirada. Un buen día, borracho, empuja a Ursa, que cae, tiene un aborto y acaba con el útero extirpado. Ya no tendrá hijos. Con ella terminarán las mujeres Corregidora, y tras ella se perderá la verdad.

No estoy descubriendo nada. Todo lo que he dicho sucede en las primerísimas páginas del libro. 

El refugio de Ursa –si no cantas, no hay dinero- es una amiga y, también, cierto «protector» que le sale, aunque, la preocupación de casi todo el mundo en esta novela es follar, término que se repite de tal modo que algo queda muy claro: la penuria y la falta de perspectivas no permite ni más entretenimientos ni más esperanzas que el alcohol y el sexo. Y como todo el mundo folla casi por instinto (unas veces terapéutico y otras reproductivo), la extirpación del útero lanza una sombra sobre la sexualidad de Ursa que aún la sume más en la soledad. Y así la vida va pasando y…

Buena novela, cruda, dura unas veces y tierna otras (a la manera un poco bruta de los personajes), con un final algo sorprendente desde la perspectiva actual, que conocerá quien la lea. Sí es cierto, no obstante, que la primera parte de la novela es con frecuencia confusa, que hay que leer varias veces algunos párrafos para asegurarte de haber entendido el qué o el quién. En la segunda mitad, en cambio, el modo de expresión es más claro. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario