En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

jueves, 24 de octubre de 2013

El misterio de la cripta embrujada - Eduardo Mendoza


 
Hace ya tiempo que leí El misterio de la cripta embrujada (publicada 1977), El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de señoras. En el momento de escribir esto tengo pendiente El enredo de la bolsa y la vida. Son tres grandes novelas, sobre todo la primera y la tercera, cuyo contraste con La verdad sobre el caso Savolta o La ciudad de los prodigios ponen de manifiesto la variedad de registros de Eduardo Mendoza, quien siempre ha dicho que estas novelas del detective sin nombre no le han costado demasiado trabajo, viniendo a ser un “divertimento”. Claro que la calidad, cuando hay talento, no necesita demasiado trabajo, y aquí está la prueba.
El caso es que vuelto a leer ahora El misterio de la cripta embrujada porque me apetecía, porque echaba de menos a su protagonista, y porque en un blog literario donde el humor tiene un puesto relevante, esta novela no podía faltar.
Para la literatura de humor en España, el siglo XX ha sido una época excelente, con autores (por citar algunos con presencia en el blog) como Enrique Jardiel Poncela, Wenceslao Fernández Flórez, o Miguel Mihura , amén de otros, como Álvaro de Laiglesia, que, a otro nivel, fueron también muy buenos. La mayoría comparten gusto por un humor donde el absurdo juega un papel tan importante como los cambios sociales vinculados a la modernización técnica, al cambio de papel de la mujer y a la aparición de la clase media urbana; casi todos ellos, además, utilizan el lenguaje de forma muy graciosa, pero sobre todo como apoyo de una serie de ideas disparatadas que son las que, en sí mismas, hacen reír.
El misterio de la cripta embrujada, en cambio, y hasta donde mis lecturas alcanzan, supone un cambio en la forma de escribir humor.  Primero, porque la ironía, a veces incluso el sarcasmo, se convierte en el primer recurso humorístico, muy por encima del absurdo y los temperamentales personajes del pasado cuya gracia, muchas veces, consistía en una suerte de mala educación al hilo de sus prontos, una especie de atentado a la “educación burguesa” que por el mero hecho de darse ya resultaba divertido en una sociedad oficialmente biempensante y respetuosa con las formas. Y, segundo, porque el uso del lenguaje se convierte en una nueva fuente de humor simplemente por la forma en que se dicen cosas que, señaladas con otras expresiones, hubieran sido anodinas. De hecho, si El misterio de la cripta embrujada es lo que es, no es por lo que cuenta, situaciones cómicas incluidas, sino por cómo lo hace. Que el protagonista sea un tipejo de baja estofa y nula cultura y, sin embargo, se exprese de forma tan ampulosa convierte cada una de sus frases en motivo de sonrisa.
Cierto es, sin embargo, que esa forma de hablar se contagia a otros personajes, y si en esos momentos la falta de contraste resta comicidad, el efecto final no está claro, pues si lo estrafalario del personaje se difumina, lo hace en un mundo grotesco donde la educación, el amaneramiento y los eufemismos transforman la brutalidad en algo digerible a través de la crítica implícita.
El tercer motivo por el que El misterio de la cripta embrujada supone un cambio en la forma de escribir humor es por el modo en que combina numerosos recursos humorísticos. El humor negro, que en etapas precedentes en ocasiones lindaba con la crueldad, en Mendoza se dulcifica, dejando solo la parte cómica; aparece con fuerza en recurso a la escatología, pues si en la primera página el protagonista ya precisa una ducha, conforme avanzan las páginas el pobrecillo huele más y peor (y a todo). La reiteración ingeniosa (como la utilización del apellido Sugrañes), la forma en que se integra gag en el conjunto, el jugueteo con el tópico, la crítica a los excesos del poder político y social junto a alguna concesión al absurdo, son solo algunos ejemplos. Pero lo relevante, insisto, es la forma en que todo avanza junto.
Por último, la idea de hacer protagonizar la novela a un presunto loco tiene mucho de quijotesca, de retorno a las raíces del humor, porque aunque aquí el protagonista no está loco, o al menos no completamente (como tampoco don Quijote lo estaba del todo, pues razonaba a la perfección), pero el resto del mundo lo tiene por tal; y de la misma forma que don Quijote tenía una elevada opinión de sí mismo, el protagonista de esta novela, aun sabiéndose el último en la escala social (tan bajo está que ni su nombre es relevante), se eleva a la altura de los demás a través de su lenguaje, y aun por encima, a la vista de que es capaz de resolver el caso que se le encomienda. Incluso se permite situarse por encima del lector, si puede decirse así, porque todavía falta un tercio de la novela cuando comprobamos que el protagonista, en su mollera, ya ha resuelto el misterio anticipándose no ya al comisario Flores, sino, como digo, al propio lector que ha compartido unas andanzas que el comisario ignora. También eso genera un efecto cómico, porque el más tonto es en realidad el más listo. ¡Más listo incluso que el lector! En esto excede a don Quijote, aunque ambos, en el fondo, se creen más de lo que son, aunque no pierdan la humildad; y ambos, una y otra vez, se ven enfrentados a su triste realidad.
Si El misterio de la cripta embrujada fuera una novela más, podría decirse que tiene fallos. Pero habiendo cumplido, rebosante de salud, treinta y seis años en las librerías, ya cabe tratarlos como “curiosidades” (es lo que tiene la fama, cuando es justa). A lo apuntado sobre el “contagio” entre personajes, que en algún momento es virtud y en otros no, cabría unir el perfil algo deslavazado de Mercedes (aunque también su personalidad lo es), la forma, quizá demasiado artificiosa, en que se resuelven la trama y el modo en que en la última parte de la novela el humor pierde intensidad como si Eduardo Mendoza, en ese momento, hubiera prestado más atención a la trama que a la forma, cuando lo fundamental en este libro es la segunda, ya que sería igualmente meritorio con cualquier otro "planteamiento criminal". Qué causa traigan los fallos es irrelevante, a la vista del resultado, pero el propio autor señala en el prólogo algo que bien pudiera explicarlos: la novela la escribió muy rápido, sin ninguna aspiración, y más como improvisada liberación tras La verdad sobre el caso Savolta que como proyecto pensado y planificado.
¿Y cuál es el argumento? Una noche de 1971 una chica desapareció en un internado de Barcelona. Reapareció en su cama, en el mismo internado, al día siguiente. Sana e intacta. El comisario Flores “investigó” el caso, sin llegar a conclusión alguna. En 1977, momento en el que transcurre la acción, otra chica acaba de desaparecer en el mismo internado. Flores, por motivos “profesionales”, pues lo ha detenido alguna vez, conoce al innominado protagonista, que está recluido en el manicomio regentado por el doctor Sugrañes; le promete la libertad a cambio de ayuda en el caso. Pero el protagonista, antes de “investigar” (cosa que hace a su aire y no siguiendo indicación alguna) se pone en contacto con su hermana, una vieja y triste prostituta, y al hilo de este contacto familiar se ve envuelto en la muerte de un aspirante a cliente de la hermana. Los bajos fondos, representados por el protagonista, escarbando en las clases poderosas que llevan a sus hijas al internado. Por medio de un ingenio muy ligado a la picaresca el protagonista acumula  información; la suficiente, por supuesto, para desentrañar el caso, lo cual consigue disponiendo de antagonistas que van variando de capítulo en capítulo (todos breves), otorgando al diálogo un papel relevante.
Y termino con una anécdota personal: tanto me gustó esta novela, que en La terrible historia de los vibradores asesinos (que bebe de similares fuentes) me permití hacerle un guiño a través de un nombre.












2 comentarios:

  1. No conocia la obra ni el autor. Me suena interesante y a partir de la reseña y su vinculacion con el Quijote voy a buscarla en la libreria

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    1. No te arrepentirás. Las mejores, la primera y la tercera. La quinta no la he leído aún.

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