En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 25 de abril de 2022

Manhattan nocturne - Colin Harrison

 






Magnífica novela negra, que logra ser distinta al resto sin alejarse ni un paso de la esencia del género

Porter Wren es columnista especializado en sucesos en un diario sensacionalista neoyorkino. Su éxito se basa en la combinación de datos exclusivos y truculentos. Su esposa es una prestigiosa cirujana especializada en operar manos. Ambos viven, con dos niños pequeños, en una casita milagrosamente escapada a la especulación del suelo. El relato, en primera persona, es extraordinariamente pormenorizado, como si fuera cuestión de respeto hacia el lector informarle de todos los detalles de la realidad, vengan o no a cuento; el resultado, sin embargo, no es la divagación, sino que el lector acaba conociendo los pensamientos y sentimientos del protagonista con tal intensidad que no le cuesta nada meterse en su pellejo.

La historia de fondo, que durante buena parte de la novela germina oculta tras toda esa palabrería no vana, es turbia, con una «mujer fatal» a la altura de las más elevadas expectativas: la joven viuda de un joven y revolucionario cineasta, una mujer aparentemente rica, con un nuevo novio y que contacta con Wren no exactamente para pedirle algo. O sí, pero a su manera. Caroline Crowley es tan protagonista como Porter Wren, sino más, porque mientras Wren actúa, Caroline es un misterio.

Qué pide o deja de pedirle Caroline a Porter es lo de menos (aunque sea importante para el argumento), porque lo interesante son las implicaciones que mezclan a esos dos personajes (en el fondo, débiles socialmente) con el poder policial, con el político y con el mediático en una trama donde convergen y se entrecruzan diferentes historias e intereses de forma compleja pero ordenada y clara, con un ritmo intenso, contundente y con una acción que deambula por Nueva York mostrando un paisanaje variopinto. El ambiente periodístico, el del cine, el político y policial... Son mundos literariamente atractivos. Hay libros que avanzan grácilmente, como un pájaro en el aire, prescindiendo de toda floritura; otros, que intentan abarcar más, acaban dispersándose; pero Manhattan nocturne, que no solo es una trama sino la vida de quienes la protagonizan, avanza con la solidez de una apisonadora. La habilidad de Colin Harrison logra que el protagonista no solo «investigue», sino que sea parte del juego e incluso víctima; no es el único personaje que combina papeles, con lo que los polos de atracción se multiplican. Aunque el lector, arrastrado por la historia, no se da cuenta cabal, con el paso de las páginas nuevos misterios, dudas o intrigas se acumulan a los anteriores, logrando el efecto de una tensión creciente que permite un final no por claro y ordenado menos contundente.

Y, de fondo, las debilidades humanas y, cómo no, la debilidad que provoca la belleza.




jueves, 21 de abril de 2022

Que se mueran los feos - Boris Vian

 



Si el hiperactivo Boris Vian no hubiera muerto en 1959 a los 39 años (de un infarto mientras asistía de incógnito al estreno de la adaptación cinematográfica de «Escupiré sobre vuestra tumba», de la que se había visto expulsado tras enfrentarse a guionista, productor y director) a saber dónde hubiera llegado. Y quizá hubiera alcanzado a vivir el reconocimiento literario que así le llegó post mortem. Que se mueran los feos, publicada cuando Boris Vian tenía 28 años, vio la luz bajo el seudónimo de Vernon Sullivan (inspirado en dos músicos de jazz), uno de la casi treintena de seudónimos que utilizó en su vida.

Que se mueran los feos está protagonizada y narrada en primera persona por el californiano Rock Bailey, un guaperas rubio, alto, musculoso, de diecinueve años y medio por el que se pirran todas y cada una de las chicas que se cruzan con él, las cuales intentan, sin ningún disimulo, pero en vano, llevárselo a la cama. Pero es que Rock se ha prometido llegar virgen a los 20. 

La primera prueba a que debe someter su determinación le llega pronto: al salir a oxigenarse del garito donde anda divirtiéndose, evitando las acometidas de sus amigas y, en especial, de una muchacha con el discreto nombre de Sunday Love, es secuestrado y aparece desnudo en una habitación en la que pronto entra, con igual vestimenta y no poco cariñosa, la mujer más hermosa que vieron los siglos. Qué sucede, lo sabrá quien lea el libro, pero a partir de ese momento se desencadena una historia vibrante, enloquecida, absurda y plena de humor en la que se mezclan componentes negros y distópicos para zambullir al lector en el mundo de la belleza sensual arrebatadora y el deseo desenfrenado. Si Millás y Arsuaga decían en su primer libro conjunto que la evolución se explica o por la adaptación al medio o por el sexo, en Que se mueran los feos encontramos esta última idea llevada al extremo: la selección natural devenida en artificial con criterios puramente estéticos. ¿Se imaginan ustedes una humanidad formada por seres de una belleza escalofriante?

Bueno, pues imagínenselo. Quizá ahora, tan atrás ya 1948, cuando la novela se publicó, no andamos ya tan lejos de esa situación por culpa de la proliferación de cirugías estéticas para escapar de la vejez que transforman a los operados en clones; quizá entonces lleguen a misma conclusión que la novela: que acabamos atraídos por lo distinto. En el mundo de los guapos el feo es rey.

Junto al argumento, original, bien organizado y que juega con personajes caricaturescos inspirados en tópicos de la ficción (sobre todo cinematográfica), como los profesores chiflados, las conspiraciones para hacerse con el poder absoluto o los personajes con manías, lo que destaca es el inteligentísimo humor de Vian, que se apoya en la falta de miedo de los personajes -que no en su falta de prudencia- en las ingenuas, utilitaristas y directas consideraciones que hacen, en la relativización de los principios para justificar la caída en la tentación, en el natural modo en que la realidad digiere lo absurdo, en el pragmatismo y en la hipérbole.

Un clásico de la literatura de humor.




martes, 19 de abril de 2022

La llamada de la selva – Jack London

 



Buck, el perro que protagoniza esta historia, la comienza viviendo plácidamente en la propiedad de un juez. Un obrero lo roba para venderlo aprovechando la demanda de perros para trineos provocada por la última fiebre del oro en Alaska. A partir de ese momento Buck necesita toda su inteligencia y talento para salir adelante en un entorno hostil donde solo se salva el más fuerte; hablo no solo de enfrentar un clima extremo, sino sobre todo de salvarse frente a sus congéneres y, también, frente a los humanos. Un proceso, por decirlo así, inverso al de la domesticación, todo él condicionado por los diferentes tipos de humanos que se van cruzando en su camino, cada uno con sus objetivos, su mucha o poca inteligencia, su habilidad o inutilidad y con su particular ética a cuestas.

El libro, corto y de gran belleza, permite reflexionar sobre la permanencia de la naturaleza (tanto en personas como animales) por debajo de la superficie de civilización (o «autodomesticación», que dicen Millás y Arsuaga en su reciente libro). Qué permanece de salvaje dentro de nosotros, qué circunstancias pueden hacerlo aflorar y hasta qué punto somos más eso que lo que creemos ser, son temas que plantea La llamada de la selva, publicada en 1903.

Novela con mucho de fábula en la que Jack London logró combinar dureza y concisión sin perder poder de evocación. Más bien al contrario. El tema y el desenlace hacen que La llamada de la selva deja un poso entre triste y melancólico (y no poco «filosófico»), como si al final la vida, tal y como la vivimos, no fuera sino el camino equivocado; como si lo correcto, en realidad, hubiera sido no hacer nada. Solo vivir. Vivir sin aspirar a mejorar nada, sino solo a dedicándose intensamente a ser.

Una joya de la literatura cuyo desconocimiento no puede excusarse ni en el bolsillo (hay ediciones baratísimas) ni en el tiempo que lleva leerla. La edición que yo he leído, de Navona, es más que buena. De esas que te agrada conservar en tu biblioteca cuando su contenido está a la altura de lo mejor.




lunes, 11 de abril de 2022

Humor honesto y vago - Josep Pla

 



El honesto humor de Josep Pla (1897-1981) es vago no por gandul, sino por inconcreto y ambiguo. Al menos en este conjunto de artículos publicados originariamente en español porque cuando esta obra vio la luz en 1942 estaba prohibido publicar en catalán, la lengua en la que Pla había publicado desde veinte años atrás. Esta prohibición explica el voluntario uso de algunos catalanismos e incluso algún pequeño «defecto» de sintaxis que eran, en realidad, guiños a sus lectores tradicionales. 

Los temas que aborda esta obra son numerosos, como puede verse en el índice que adjunto (pulsad en las fotos para ampliarlas), y el hilo conductor de todos ellos justifica el título del volumen: el humor. En él la ironía y la socarronería fluyen dejando la duda de si Pla se ríe de sí mismo o de aquello de lo que habla. No es mala estrategia para sortear problemas cuando cualquier cosa publicada estaba en el punto de mira del poder. Dentro de esos temas, algunos son ahora tan de actualidad o más que entonces y, en el resto, el asunto aparentemente banal que justifica el título no es sino una excusa para ahondar en la naturaleza humana.




Posicionado como narrador/«epicúreo sufridor» del mundo y sus circunstancias, en voluntaria situación de plácido distanciamiento de una realidad que parece algo que sucede a su alrededor más que algo que le sucede a él, Pla diserta sobre todos esos asuntos aprovechando el enfoque desenfadado para lanzar ideas profundas unas y agudas otras. Es probable que la necesidad de reubicarse en el panorama intelectual tras el cambio de régimen que impuso la Guerra Civil le aconsejara no ser demasiado osado en cuanto a los temas a abordar y las ideas a expresar.

No puedo comparar con el resto de la obra del autor, pero Humor honesto y vago, que no se cuenta entre las más conocidas, apostaría a que tampoco tiene un puesto entre las más brillantes, a pesar de lo cual merece la pena leerla.





lunes, 4 de abril de 2022

La muerte contada con por sapiens a un neardental – Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga

 



La vida contada por un sapiens a un neandertal fue tal éxito comercial –fundado en lo interesante del libro, en la categoría de sus autores y en la originalidad del planteamiento- que no es de extrañar la pronta aparición de esta secuela, La muerte contada por un sapiens a un neandertal, también muy interesante y divertida, pero un poco menos.

Contar «la vida» dio juego, porque los autores no abordaron las razones de la vida sino la evolución. En cambio, en este libro se abordan las razones de la muerte, lo que ofrece un campo más limitado y, de hecho, el libro resulta repetitivo porque en las idas y venidas con las que el sapiens antropólogo trata de ilustrar con ejemplos visuales al neandertal escritor la idea a desarrollar es casi siempre la misma: la selección natural opera sobre aquellas mutaciones genéticas (que generan enfermedades o limitaciones) que se expresan dentro del periodo normal de la vida, especialmente antes de terminar la edad fértil, de forma que la selección natural barre a los enfermos y limitados, quedando vivos los pimpantes y lozanos, que son los que siguen transmitiendo sus pimpantes y lozanos genes; por eso juventud suele ser sinónimo de salud; pero cuando, por la domesticación o, como en el caso de los humanos, la «autodomesticación», se alcanzan edades superiores a las normales para la especie, los genes de expresión tardía sobre los que la selección natural no ha podido operar comienzan a expresarse. Y son un montón, porque la selección natural no ha tenido ocasión de hacer limpieza.

Eso es la vejez.

La decrepitud.

Algo que no ocurre en la naturaleza. En la naturaleza solo hay plenitud o muerte, repite Arsuaga y Millás le hace el eco.

¿Y qué es la muerte? Según Arsuaga, el efecto de la acción conjunta de todos esos genes de manifestación tardía sobre los que no ha podido actuar la selección natural. Hay otra alternativa: que la muerte esté programada por genes específicos que explicarían por qué un pulpo vive dos o tres años y una tortuga se hace centenaria; una tesis que abriría la puerta a la «desprogramación de la muerte», pero que no parece tener demasiados partidarios. Arsuaga, desde luego, no lo es. De todas formas, nos avisan, nadie sería eterno: lo que no consiguieran esos genes puñeteros afortunadamente desprogramados lo conseguirían antes o después los accidentes y agresiones.

Aparte de lo que se cuenta sobre vejez y muerte, en esta obra, más que en la primera, Millás –el redactor- ha tenido buen cuidado de diferenciar e incluso de oponer a los dos personajes, él y Arsuaga. Millás, urbanita, comodón, pusilánime, algo hipocondríaco, aficionado a usar el espíritu para escapar del mundo y negado para mil cosas, frente a un Arsuaga decidido, aventurero, hábil, apegado a una realidad que no suele ser romántica y sí horrorosamente práctica. Uno que dirige y explica, y otro que se deja llevar. Dos caracteres en gran medida opuestos, pero que se respetan mutuamente. Esta oposición permite introducir un elemento dinamizador y humorístico que en esta obra tiene más peso que en la primera.

Otro recurso atractivo es la presencia de algunos personajes otrora famoso en el mundo del deporte y, en especial, del baloncesto. Llorente y Corbalán. Muchos se acordarán de ellos. También aparecen otros secundarios de fuste desigual.

En resumen, un inteligente refrito de recursos ejecutado con la magistral pluma de Millás para contar cosas muy interesantes y divulgar conocimientos, pero que, vuelvo al principio, resulta pronto repetitivo.

Escribieron sobre la vida. Han escrito sobre la muerte. ¿Y después?

No van a escribir sobre qué hay después de la muerte, porque es un asunto tan poco científico que se basa en lo más opuesto a la prueba: la fe, pero sí que van a escribir después de haber escrito sobre la muerte. ¿Sobre qué? Sobre flecos pendientes de la vida relacionados con la vida social. O eso parece a juzgar por lo que se dice en el libro. Será otra buena lectura.