En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

miércoles, 27 de febrero de 2019

Los asquerosos – Santiago Lorenzo




              Los asquerosos, o «cómo ser dueño del tiempo de tu vida», combina dureza, ternura y humor con un punto de distancia a medio camino entre lo perplejo y lo cínico. Es, también, un libro excelente por lo que cuenta y –en esto es una excepción respecto a casi todo lo que se publica- por cómo lo cuenta, porque pocos son los escritores que se atreven a utilizar en lenguaje con la osadía y eficacia de Santiago Lorenzo, que no solo ha poblado la novela de un vocabulario rico, sino que la ha rociado con no pocos términos inventados cuyo significado, a base de combinar juegos de palabras y fonética, es siempre claro y divertido. Un libro que gustará a casi todo el mundo (aunque siempre hay algún rarico) y, especialmente, a los buenos lectores.

              La novela contiene una historia dentro de otra. La más evidente, los hechos protagonizados por Manuel, el protagonista, que sirven para el nacimiento de la otra historia, la que se pretende contar: el proceso de cambio, de poner el mundo del revés para enfrentar la ordinariez de lo que somos y desembocar en un modo más lógico de ser uno mismo sin huir a lo que se supone que debemos ser nadie sabe muy bien por qué, la renuncia a buscarse fuera de uno mismo.

              Solitario y sin un céntimo, sin otro apoyo que el de un tío –el narrador- tan pobre como él, Manuel, un joven urbanita menos sociable de lo que a él le gustaría, se ve implicado, involuntariamente, en un lío que amenaza con llevarlo a la trena: no sabe si se ha cargado a un policía. Se esconde, y lo hace improvisando decisiones de una lógica implacable. Así es como acaba en un pueblo abandonado donde la forzada frugalidad le permite descubrir un tesoro que buscará ampliar con ahínco aún a costa de más y más frugalidad: el tiempo.

              Durante algunos capítulos Santiago Lorenzo se recrea en cómo Manuel va saliendo adelante, lo cual produce una sensación extraña: como la historia originaria parece no avanzar el lector puede llegar a temer que el libro se limite a una recopilación de prácticas ingeniosas. Pero no. En Los asquerosos suceden cosas suficientes para que el entretenimiento se combine con la reflexión y, al terminar, quede la satisfacción que producen las novelas que te han hecho un poquito mejor.

              Y a todo esto, ¿quiénes son los asquerosos? Lee esta novela. Quizá tú seas uno de ellos pero todavía puedas salvarte.



              

miércoles, 20 de febrero de 2019

Un filo de luz – Andrea Camilleri





Un filo de luz (Serie Montalbano, 24)


He aquí una novela que me ha engañado. No me gustó demasiado al principio y, sin embargo, no tardó en engancharme y acabé disfrutándola.

El motivo de lo primero es la acumulación de situaciones repetidas que se dan en las primeras páginas: los sueños de Montalbano –a estas alturas ya no hace falta decir que premonitorios- y la pasmosa facilidad con que las damas especialmente atractivas, cultas y en parte adineradas se pirran por él tan pronto como asoma un pelo por la puerta y se muestran no ya dispuestas, sino impacientes por pasar a mayores. Aunque para mayor, el comisario, que con cada novela acentúa más sus reflexiones sobre el proceso de envejecimiento.

Todo lo cual produce la sensación de que la novela va a ser un refrito de manías y lugares comunes de las anteriores, una suerte de explotación del éxito. Pero no. Camilleri tiene en la cabeza tantas historias que por más que recurra, necesariamente en una saga, a repetir algunas cosas, cada historia es distinta. 

Un filo de luz lo es por varias razones. Porque, aunque es típico de Camilleri enlazar historias aparentemente distintas, tiene un mérito indudable lograrlo con las que aquí se dan: un supuesto caso de venta de armas; un supuesto robo que puede encubrir una cornamenta considerable y, finalmente, la historia del comisario, que acaba enamorado, enamoradísimo de una dama, hasta el punto de estar dispuesto a mandar al diablo a Livia, al tiempo que en su recuerdo se cruza lo que más pudo unirla a ella y que, con el correr del tiempo… Un asunto que lanzará sobre la vida de Montalbano un filo de luz que le hará ver las cosas claras. Y es que cosas importantes hay pocas en la vida.

Bueno, mejor leer la novela y así no desentraño nada, aunque sí digo que Un filo de luz cierra un capítulo de la vida de Montalbano abierto desde hacía muchas novelas, importante y, por nunca aludido, cerrado en falso. Hasta ahora.



domingo, 10 de febrero de 2019

Erri de Luca – Historia de Irene





Libro tan breve como bueno, con tres relatos, el más largo de los cuales da título al conjunto.

Historia de Irene nos habla, entre la poesía y la mitología, de una muchacha embaraza de la que nadie sabe nada aunque todos dan la espalda porque a saber cómo ha llegado a la isla donde transcurre la acción y quién es el padre. Irene solo se abre lo suficiente al narrador, trasunto del autor, y es así como conocemos su extraño origen y destino, tan vinculado al mar y a lo más humano de él.

Los dos relatos siguientes, mucho más breves, me han gustado tanto o más. El primero, un pequeño canto a la libertad narrando la huida de unos soldados, inspirado en la historia del padre del escritor. El segundo, posiblemente el mejor de los tres, una aguda reflexión sobre la pobreza, la muerte, el pasado y la conciencia de la importancia de lo vivido, lo sentido y, sobre todo, del modo de morir.



lunes, 4 de febrero de 2019

Fóllame – Virginie Despentes



      Leo sobre Virginie Despentes (1969) en un artículo de 2018: «Hace 27 (años) fue prostituta. Trabajó en una tienda de discos, fue punki, durmió en la calle, fue violada a los 17 años cuando hacía autostop, es dj, bebió mucho, dejó de beber y se hizo lesbiana. Tiene una decena de novelas, muchos premios y tres películas dirigidas».

Fóllame es una de esas novelas. La primera. Fue publicada en España en 1993, y si en 2019 Penguin Random House la ha vuelto a publicar es porque se trata de una obra que lo merece, que deja huella, aunque no tanto por el argumento –, una road movie de huida, en sí nada original- como porque la caracterización de las dos protagonistas consigue que, pese a la extrema violencia de los hechos relatados, quede un poso de ternura y algo parecido a la nostalgia.

Las jóvenes protagonistas, Nadine y Manu, llevan una vida sórdida en la que las oportunidades se les han escapado antes siquiera de poder verlas de lejos. Viven en un mundo que no es para ellas, seguramente por ser mujeres: quienes más y quienes menos de los hombres que las rodean condicionan su vida mucho más que a la inversa. Nadine ejerce la prostitución de un modo un tanto peculiar, también es aficionada a la pornografía y se entretiene viendo películas porno. Comparte piso con otra chica joven. Manu, en los tumbos que ha ido dando por la vida ha hecho varias cosas, entre las cuales se cuenta algún papel en películas pornográficas especialmente degradantes.

Las dos son jóvenes, con poca cultura, no muy agraciadas, amantes de un sexo primitivo, instintivo, dadas a beber cantidades ingentes de alcohol y con pocos o ningún recurso intelectual para expresar sus sentimientos. Pero, cuando la mente no es capaz de expresar lo que ocurre en ella, ¿qué ocurre muchas veces? Que las personas explotan y tratan, a la desesperada y mediante actos aparentemente desproporcionados, de restablecer los equilibrios rotos, de hacer justicia, de desahogarse, de… De todo a la vez.

Nadie y Manu se conocen justo en el momento en que ambas, por primera vez, han matado a alguien. Juntas emprenden algo que no es una huida, sino más bien una búsqueda… limitada al presente. Las dos han roto con su pasado y, viéndose tan repentinamente libres, se atreven a imponer su capricho por la fuerza, algo a lo que rápidamente cogen gusto porque ¡es tan fácil todo cuando estás en el lado correcto del cañón de la pistola! Las dos saben, aunque no lo digan, que su viaje ha de ser corto, y precisamente por eso se olvidan del futuro –si no es para disfrutar de la idea de un suicidio en la cumbre del disfrute- y se dedican a vivir el presente más inmediato pasando por encima de todos y de todo. Todo vale. Ni siquiera hace falta que te apetezca un caramelo para justificar la muerte de quien está dispuesto a vendértelo: basta la sensación de poder. Es esta sensación la que emborracha a ambas, la que opera sobre ellas como una droga haciéndoles sentir lo sencillo que es todo cuando se está en disposición de no respetar nada. Es liberador sentirse, por fin, en el otro lado de la vida. En el lado de los que deciden por sí mismos y por los demás.

El modo en que ambas asesinan a un montón de inocentes sin hacerse preguntas ni sentir remordimientos tiene algo de alegórico. Que Nadine y Manu escojan sus víctimas al azar de sus impulsos no es suficiente para que el lector las odie o las aborrezca, porque el mismo azar con que se esfuma la vida de esas personas inocentes es, también, el que ha determinado que Nadine y Manu sean lo que son. De ahí que sus peripecias tengan cierto halo justiciero.

Una novela dura, intensa, violenta, con toques de humor derivados de lo directa y cortoplacistamente que ambas enfocan la vida, con no pocas alusiones sexuales directas. El recientemente fallecido Claudio López Lamadrid, editor de Penguin Ramdom House, incluyó Fóllame, según el Twitter de la empresa, entre los veinte títulos a recomendar este año.