Daniel,
un joven argentino de 17 años, huérfano y que vive con su abuela, se dedica,
entre otros menesteres, a piratear la televisión del vecino para ver show de
Sabrina Love, una despampanante actriz pornográfica. Bueno, actriz porno por
una parte; por otra, y esto es para ella lo más rentable, inalcanzable fantasía erótica de toda su audiencia.
Poco
antes del comienzo de la historia que narra la novela, el programita en cuestión había tenido a bien sortear una «noche de amor
y pasión» con Sabrina entre todos los ardientes espectadores que se apuntaran al concurso a través de
un teléfono de pago. Millares de aspirantes a hacer realidad sus fantasías eróticas sueñan con ser los agraciados, pero el agraciado -y el lector teme que desgraciado- resulta ser Daniel. Es jueves. El premio se
«entregará» el sábado siguiente.
Imaginad.
¿Cómo
resistirse a un sueño tan intenso y tenido siempre por imposible? ¿Cómo
rechazar la tentación cuando el destino te la regala tras realizar una pirueta
inverosímil que jamás se ha de repetir? Reíros del Gordo de la Lotería de Navidad: esto es mucho más difícil.
Daniel
no tiene dudas. ¡Como para decir que no a Sabrina Love! Pero tiene tres
problemas: vive muy lejos de Buenos Aires, las carreteras están cortadas por
culpa de una inundación y, para colmo, no tiene un céntimo.
Una
noche con Sabrina Love es la historia de cómo Daniel se enfrenta al mundo desde
la ignorancia y la ingenuidad, de cómo suple su falta de conocimientos, la
carencia de recursos, de padres, de casi todo, de los tortazos que se pega, y
también de las experiencias positivas que es capaz de buscar y encontrar, de la
diferencia entre la realidad y el ideal y, por último… Bueno, quien desee saber
lo que pasó, que lea Una noche con Sabrina Love.
Una
obra de gran calidad, profunda y divertida que se lee rápidamente: 150 páginas
más las pocas de un prólogo del autor en el que explica las vicisitudes de la
novela: el súbito brinco del anonimato a la fama tras recibir el primer premio
Clarín con un jurado en el que estaban Bioy Casares, Roa Bastos y Cabrera
Infante, y los sopapos que luego da la vida y el mercado a los pobres
escritores.
Leedla.
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