Rocco Schiavone, subjefe de policía, es un tipo maleducado, egocéntrico y menos amigo de las leyes de lo que cabe esperar de su cargo. Además, está enojado con el mundo y sus circunstancias ya que, por cierto asuntillo que tardamos en conocer, ha sido más o menos desterrado desde Roma, donde vivía fenomenal, hasta el valle de Aosta. Acostumbrado a imponer su voluntad hasta en las cosas nimias se resiste incluso a vestirse como es debido cuando ha de desplazarse a una estación de esquí con motivo de una investigación: la que nace tras el hallazgo de un cadáver que, por circunstancias que pronto conoce el lector, está hecho fosfatina.
Entre la añoranza de Roma, las dudas sobre su situación afectiva -promiscuidad incluida-, el modo en que va conociendo a unos subordinados -a los que trata con despectivo y ofensivo paternalismo- y algunas actividades «extraescolares» del caballero, la investigación va avanzando y consiguiendo lo habitual en estos casos: que poco a poco se vaya reconstruyendo ante el lector la vida de la víctima y de su entorno, y que esta visión vaya iluminando cuanto antes estaba oscuro.
Aunque las primeras páginas parecen un poco sobreactuadas, lo cierto es que enseguida la novela engancha, que el personaje resulta atrayente y que la acción está bien llevada, con un buen control de los tiempos. El único «pero» es cierto episodio ajeno al argumento –pero que aclara la forma de ser de Schiavone-, aunque quizá se explique por la influencia que pueda tener en posteriores entregas de la saga.
El entorno, -una estación de esquí, un frío tremendo, localidades diminutas donde todos se conocen y llenas de hielo y nieve por todas partes- si bien no es por completo extraño en la literatura es poco frecuente, lo cual ayuda a crear un clima propio, a aislar no solo la acción, sino al lector y a la novela. El lector, contagiado por el ambiente de nieve, frío y soledad propio de la alta montaña, pronto se refugia en el calor de las novelas, creando una suerte de complicidad con la obra. Y precisamente por eso son buenas fechas para leer Pista negra.
Una novela muy interesante que alcanza el éxito en uno de los objetivos que la mayoría de escritores de novela negra se plantean: crear un personaje con personalidad propia, nítida, distinguible del resto de sus colegas y rivales literarios y, al mismo tiempo, de interés para el lector. Schiavone es un cabroncete emparentado con los Sebastian Bergman de la literatura o los doctores House de la televisión: tipos egoístas, groseros, insociables y en algún caso hasta delincuentes, pero extremadamente competentes. Schiavone se cuenta entre ellos suficientemente singularizado.
Una muy buena lectura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario