En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Naturaleza muerta – Louise Penny




              Hace poco más de un par de años, en la Semana Negra de Gijón se originó una polémica por un par de asuntos. Uno de ellos, la diferencia entre el «hard boiled», que recoge la esencia de la novela negra, y el «enigma», el cual, según Julián Ibáñez, uno de los maestros de la novela negra española, es algo completamente distinto, un asunto de «jarrones venecianos» o, dicho de otro modo, novelas que más tienen que ver con el misterio, la intriga y el concepto de thriller que con la novela negra en sentido estricto, que es que trata del mundo del crimen y a menudo desde la óptica del delincuente. El «enigma», según Ibáñez, ha aprovechado el éxito histórico del «hard boiled» -que se remonta a décadas atrás- para adueñarse del género y acabar expulsando al «hard boiled» incluso de festivales y premios que siempre habían sido de novela negra.

              Bien, pues Naturaleza muerta es una buena novela de «enigma» o, si se quiere, un buen «jarrón veneciano», una suerte de rompecabezas a resolver en paralelo entre el lector y un protagonista –el inspector jefe Armand Gamache-, que solo se ensucia cuando llueve y pisa el barro. Todo en la novela es pensar y atar los cabos que se recolectan solos. Una historia sin realismo alguno, pero contada con la autenticidad suficiente para resultar entretenida. Una novela, también, que he cogido con curiosidad porque había oído hablar bien de la autora, la canadiente Louise Penny.

              Todo sucede en una ficticia localidad canadiense fronteriza y demasiado contradictoria para resultar real: Three Pines. Tan diminuta y recóndita que ni aparece en los mapas, pero a la vez a tiro de piedra de Montreal, con todos los servicios y en la que, donde debería haber explotaciones forestales, agrícolas o ganaderas, lo que hay es una pila de artistas y cazadores.

              Sin embargo, las descripciones que se hacen del lugar consiguen trasladar un tono intimista y acogedor que hacen de Naturaleza muerta la novela ideal para leer en días lluviosos de otoño, y no lo digo en broma. Menos me ha gustado, en cambio, el poco jugo que se saca –apenas se apunta- a los conflictos entre francófonos y angloparlantes; el conflicto se cita como para dejar constancia de su existencia, pero sin que luego se integre en la novela más allá de especificar, en momentos puntuales, en qué idioma habla cada cual.

              La historia comienza con una serie de personajes que mantienen relaciones de amistad más o menos intensa, habitantes de Three Pines, bastantes de ellos ya entrados en años –setenta y más- y otros de edad indeterminada pero que uno acaba situando como cuarentones y cincuentones. Todos viven en paz y aparente armonía, y así sabemos que una de las damas del grupo, Jane Neal, todo bondad, por primera vez se atreve a mostrar un cuadro pintado por ella, un cuadro raro, de los que no se sabe si es una patochada o una genialidad. Ocurre, sin embargo, que un buen día, poco antes de la exposición, Jane aparece muerta. Al parecer, alguien le ha disparado una flecha. La primera hipótesis apunta a que puede tratarse de un accidente de caza, aunque ni el lector más tonto cree que finalmente vaya a ser así.

              El inspector Gamache, que se nos presenta como un tipo experimentado, de vuelta de casi todo y cuyo método  experto consiste en callar, observar y no moverse mucho, activa el «modo esponja» recolectando datos e integrándose en la vida de Three Pines de una forma irreal pero con cierto encanto literario. Los datos, observaciones y deducciones lo conducen por diferentes caminos, unos más acertados que otros, hasta desembocar en el final que, obviamente, me callo. Eso sí, el caballero no actúa solo: tiene un ayudante de una eficacia y lealtad solo comparable a la admiración/fascinación que siente por su superior, y al grupo han unido a una nueva y joven agente, la cual considera el logro todo un avance profesional, pero la chica es tan rematadamente soberbia y tonta que acaba siendo el peor personaje del libro: ni realismo ni verosimilitud.

              El protagonismo, sin embargo, es compartido con algunos de los personajes implicados en el asunto. Todos tienen sus momentos de gloria, aunque destaca una mujer llamada Clara, amiga de la fallecida y fuera de toda sospecha, un personaje relevante que tarda demasiado en definir su personalidad.

              Y en cuanto al final… Los he visto bastante mejores, pero como el objetivo del rompecabezas es pasar el rato, cumple su función.

              Lectura agradable, con la que se pasa un buen rato, que ha recibido varios premios pero que, a mi juicio, está lejos de los mejores.


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