¡Ay, madre! Nueve años después de la publicación de mi última novela vuelvo a las librerías. Esta vez con La detención de los Reyes Magos. De nuevo de la mano de Mira Editores.
Ignoraba si me había retirado o no. Y sigo igual, porque no me atrevo a decir si volveré a escribir y a publicar. Nada me ata a hacerlo.
Pero no es momento de hablar de mí, sino de lo que podéis encontrar en esta novela en todo diferente a las anteriores, con las que sí comparte la importancia del humor.
En La detención de los Reyes Magos podréis contemplar –cuales dioses desde el Olimpo- cómo se teje el azar humano. Quizá incluso lleguéis a preguntaros sin existe algo distinto a él; o si llamamos «destino» a la imposibilidad de controlar nada.
Cuando sobre una maraña de acciones, causas y efectos se hace luz por escrito, hablamos de novelas corales, porque la voz de la historia no es la de uno o dos protagonistas, sino la del coro de personajes que se condicionan entre sí sin saberlo ni pretenderlo e incluso sin conocerse; y la letra del cantar no cuenta una historia individual, sino colectiva. Cuando además se producen situaciones chocantes que encajan entre sí avanzando hacia lo insólito, hablamos de enredo. Si además la mayoría de los actos causantes de dichas y desdichas tienen su origen en las debilidades humanas y el autor es comprensivo con ellas, el lector tiende a contagiarse: siente hacia los personajes el mismo cariño; es indulgente con los torpes, solidario con sus damnificados, se emociona con las alegrías, se entristece con las penas, se desazona con la amargura, se alivia con los desenlaces, festeja la suerte de los buenos y más cerca está de propinar una colleja a los ruines que de desearles mal alguno.
Bueno… ¿Qué quiero decir? Cuando publicas un libro son legión los que valoran su éxito o fracaso en función de las ventas. No sorprende en una sociedad mercantilizada. Y cuando publicas deseas, por supuesto, vender todo lo posible; por el reconocimiento que implica para tu novela, y para corresponder al editor que ha puesto en ella trabajo, dinero y esperanza; y hasta por vanidad. De hecho, escribo estas líneas para dar a conocer esta novela y que llegue a cuantos más lectores, mejor. Pero la definición de éxito es mucho más sencilla cuando uno escribe sin otro motivo que el deseo de hacerlo: sientes el éxito cuando, parafraseando a Woody Allen, lo que has conseguido hacer es casi igual a lo que querías hacer.
Con esta definición, que es también la mía porque es la del sentido común, llevo teniendo éxito con La detención de los Reyes Magos desde que la di por concluida hace ya años. Y el lector tendrá éxito si en sus páginas encuentra lo que espera o incluso algo mejor.
De modo que, potencial lector que lees estas palabras, la historia de La detención de los Reyes Magos responde a lo que he dicho hace tres párrafos. De ti depende ir a buscarla.
Si así lo haces, gracias por la confianza. Ojalá esta novela escrita por el placer de escribirla satisfaga tus expectativas y estos Reyes Magos te traigan primero una grata lectura y tras ella un buen recuerdo.
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