Me había rendido a Pierre Lemaitre hace ya unas novelas, y aquí estoy otra vez, vuelto a rendir.
¡Qué buena es esta breve obra! Qué manera más concisa y clara de explicar y afrontar el sentimiento de culpa y los miedos y zozobras que genera. Qué manera, a la vez, de plantear una intensa situación de suspense a un lector que todo lo sabe excepto lo que nadie en la novela sabe. Y, por último, qué final tan brillante, qué modo de dar un giro a la situación y, de paso, humanizarla aún más. Y esto último es lo más importante: por más interés que despierte la trama, esta novela es, sobre todo, humana.
Los tres días del título hacen referencia a aquellos, durante la Navidad de 1999, en que el protagonista, un niño de doce años, se ve envuelto un crimen en la pequeña localidad francesa de Beuval, una zona rural al norte de París, a medio camino entre Paris y Calais. Conocemos con detalle ese día y los dos siguientes: lo que sucede, quién hace qué, quién va, quién viene y, sobre todo, el miedo de Antoine Courtin, el niño, víctima de sí mismo, incapaz de asumir la responsabilidad por sus actos, espantado ante las consecuencias que el conocimiento de la verdad puede tener para él y para su madre.
¿Pero es necesario que ser reconocido culpable por los demás para serlo? ¿La condena social es la única posible?
La novela, yendo desde esos tres días a la vida posterior a la que alude el título, nos dice que la respuesta a las dos preguntas es negativa. Que quien es y se siente culpable vive o malvive con ello, y que esa culpabilidad «privada» puede no ser menos atroz que la eventual condena social que te deja extramuros de la sociedad pero con la tranquilidad de que ya no tienes nada que esconder.
Argumento interesante, acción intensa, ideas complejas expuestas con claridad, concisión expositiva y profundidad en las emociones. Y, para colmo, brevedad. No sé qué más se puede pedir a un autor.
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