Qué
bonito es el título, ¿eh?
Pues
tampoco el contenido está mal, aunque admite dos lecturas. Una, superficial,
limitada a seguir el argumento y la trama de esta peculiar novela negra, y
otra, más profunda, que exige una lectura más lenta y atenta. Confieso que mi
lectura ha estado más próxima a la primera que a la segunda, aunque ha sido el
paso del tiempo (este libro lo leí hace unos meses) el que me ha hecho ver,
poco a poco, que si lo sigo recordando de un modo entre misterioso e
inquietante es porque se trata de un excelente libro.
La novela
comienza enfrentando lo nuevo-moderno-admirable al peligro de lo que, aferrado
al pasado, no cambia. Enfrentamiento en el que siempre hay alguna víctima,
porque lo viejo siempre resiste hasta que deja de hacerlo, y en el camino…
Años 70 del siglo XX. Tony Durán,
un norteamericano nacido en Puerto Rico, se presenta en la Argentina profunda,
donde llama la atención por su físico atlético, por el color de su piel, por su
desenvoltura, por el misterio de qué ha ido a hacer allí y por la fama que le
antecede: se dice que en un pasado cercano mantuvo un trío sexual y afectivo,
en Estados Unidos, con las gemelas Belladona, hijas de una de las principales y
más destacadas familias del lugar. O, más bien, en realidad, de «la» familia, pues
descienden del fundador del pueblo, que apareció por allí para montar el
ferrocarril y allí se quedó con un montón de tierras y todo el poder en sus
manos.
Tony es
asesinado. Y en la investigación o amago de ella –desarrollada bajo la triple
óptica del autor, del policía Croce y del periodista Renzi, trinidad que agrupa
una sola y única mirada aunque desde tres miradores diferentes- van saliendo a
la luz escenas de esa Argentina profunda, de las gemelas –especialmente de una
de ellas, la más audaz y, en cierto sentido «Scarlett O´Hara»-, del hermano de
ambas y sus sueños empresariales devenidos en desastre, y, en resumen, sale a la luz, poco a poco, la
historia de una familia poderosa venida a menos como consecuencia del modo en
que los intereses económicos se comen los unos a los otros: quien un día fue el
cacique todopoderoso de un lugar, a medida que pasa el tiempo acaba sucumbiendo
ante caciques o intereses que le superan, y las caídas suelen ser largas. Tan largas como la decrepitud, y tan angustiosas como largo el tiempo que pasan los buitres al acecho.
Escrita
con pulcritud, se lee muy bien, y creo que aún se leerá mejor si, volviendo al
principio, uno se olvida de la trama y se dedica a admirar el paisaje y el
paisanaje y a preguntarse el por qué de casi todo.
Mirar.
Esa es la clave. Es lo que debe hacer el lector y también lo que hacen los
personajes. La realidad, incluyendo un asesinato, parece algo que les sucede a
otros. Solo hay que sentarse y contemplarla pasar. Sin prisa. Con calma. Eso es así incluso cuando Croce o
Renzi hacen movimientos, pues los realizan no como el partícipe en una acción
sino como quien mueve ficha para a continuación retirarse y contemplar los
efectos.
Una muy
buena lectura.
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