Dentro de la longeva saga del Mundodisco hay «subsagas» que solo comparten entre sí el peculiar planeta ideado por Pratchett y algunos personajes, entre los que la Muerte es el más recurrente, sin olvidar al patricio, Lord Vetinari, que gobierna ese otro personaje también casi inevitable que es la ciudad (¿o cloaca?) de Ankh-Morpork. Lo digo porque Hombres de armas, decimoquinta novela de la serie, recupera a los personajes de la sexta, ¡Guardias! ¡Guardias! El protagonista en ambas es el forzudo, ingenuo, responsable, entusiasta y carismático cabo Zanahoria, hijo adoptivo de una pareja de enanos. Zanahoria, por suerte, ya no se toma las cosas tan literalmente como en su primera aparición. En esta comparte protagonismo con su jefe, el desencantado capitán Vimes, que está a punto de jubilarse para casarse con la adinerada y excéntrica dama que en ¡Guardias! ¡Guardias! se dedicaba a la cría y cuidado de dragones.
En esta ordenada, ejem, ciudad de Ankh-Morpork, donde los gremios de Asesinos, Ladrones, Bufones y demás campan a sus anchas dentro de los límites de, ejem, la ley, la guardia nocturna está compuesta por los dos personajes ya citados, un sargento, otro guardia más y, recién fichados, un troll tan tonto como todos los trolls y un enano. ¿Introduce Pratchett alguna figura clásica de la literatura o el cine? Sí, claro, como siempre. En este caso la licantropía, a través de una hermosa damisela que también incorporada a la guardia para parodiar las políticas de cupos.
El inicio de la novela es, no obstante, confuso: un noble venido a menos y miembro del honorable gremio de Asesinos, Edward De M´uerthe, husmeando por los archivos del gremio de Asesinos descubre un dato importantísimo que solo queda claro al final: la identidad del heredero al trono de Ankh-Morpork, por lo que si el buen Edward De M´uerthe logra cargarse a Lord Vetinari quizá retorne la monarquía y con ella la familia De M´uerthe recupere su esplendor.
¿Y qué parodia Pratchett en esta ocasión? Sin duda, la novela negra, porque hay muertos, porque la guardia nocturna intenta localizar al asesino, porque los jefes de los guardias parecen ser un obstáculo en la investigación, porque tropiezan con poderes fácticos, como son los gremios, porque lo que parece una cosa acaba siendo otra, porque siguen unas pistas más o menos razonables que dan lugar a la parte de acción de la novela… una suma de clichés típicos de la novela negra. Y, en el colmo de la parodia, el investigador principal investiga en su contra por lo que el lector verá, y, sobre todo, porque la protagonista indiscutible acaba siendo un arma de fuego, prodigio nunca antes visto en el Mundodisco.
Con esta excusa Pratchett despliega su mundo de seres estrafalarios y costumbres y normas extravagantes donde la realidad y la fantasía conviven en compleja armonía. Pero no por eso deja de lanzar un mensaje en contra de las armas de fuego, visible en solo un par de páginas, pero de una enorme contundencia: las armas cambian a las personas. El arma dota de poder. Del poder de imponerse a otros, y una vez probado ese poder es difícil prescindir de él. Las armas, en definitiva, empeoran a quienes las poseen.
Quedaos con ese mensaje. Y con el humor de Pratchett en esta novela que, sin ser la mejor de la saga, tampoco es la peor. Mantiene el nivel medio y su fin promete meter al cabo Zanahoria en nuevos problemas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario