Estos días varios antiguos
lectores de mis novelas me han preguntado por Ajonio, pues, decían, deseaban
tener nuevas noticias de él. Tan prolongado silencio, llegó a decirme uno, le
hacía temer que el bueno de Ajonio hubiera sido almacenado en la trena por algún
asesinatillo de nada o por cualquier otro contratiempo.
Que yo
sepa, no ha sido así. Antes al contrario, en la habitualmente asendereada vida de Ajonio se ha producido
la coincidencia de tres felices acontecimientos.
Primero,
como consecuencia de una oferta de Doritos en un supermercado cercano al piso
de Claudita, ha sido necesario reforzar la suspensión del camión con el que ésta
se gana la vida, lo cual le ha proporcionado a Claudita varios días de asueto.
Segundo,
Ajonio, egregio miembro de la España vaciada pues suele tener vacío desde el estómago hasta el cerebro,
ha descubierto Amazon. Ahora ya sabe que desde el pueblecito
donde en mala hora instaló su sex shop puede caer en el vicio del consumo tan
alegremente como desde el corazón de cualquier centro comercial clónico de los diseminados por todas las ciudades del orbe. Incluso aún puede consumir más que en ellos,
pues a través del mondo señor Bezos también se venden todo tipo de extravagancias para minorías. Y para minoría, Ajonio, que de tan minoritario es único (afortunadamente). Aunque, como también es un tipo discreto y con gran sentido de la
elegancia, solo adquiere lo que se ajusta simultáneamente a tan elevados valores y a su
paupérrimo bolsillo. Para colmo de dicha, el señor Bezos es tan amable que todo se lo envía a casa. O, mejor
dicho, al antro donde Ajonio guarece su osamenta.
Tercero,
es primavera, que la sangre altera.
Dicho de
otro modo, estos tres felices acontecimientos y haber birlado una opulenta
cartera a un cliente han permitido a Ajonio, sin más que añadiendo los tres o cuatro euros que tenía ahorrados, organizar un romántico viaje con el que sorprender a Claudita y probablemente también, aunque por otros motivos, a vosotros, insignes lectores. A continuación detallo su plan.
Huelga
decir que, como la única ley que respeta Ajonio es la de la gravedad, hasta el
más parsimonioso caracol adelantará a los ciclistas tan pronto como aparezca una mínima cuesta. En cambio, en cuanto alcancen cualquier leve descenso el
tándem se transformará en una apisonadora en caída libre.
Por no
ser agorero, omitiré otros riesgos menos ciertos, como que el tándem se
vea clavado en el suelo hasta el manillar si llegan a salir del asfalto y el
camino está un poco húmedo.
Una vez
lleguen a algún sitio civilizado, Ajonio tiene previsto invitar a Claudita a un
espléndido menú de hasta 5 euros por cabeza y, para no desentonar en
restaurantes tan selectos, ha decidido cambiar su habitual cinturón (una cuerda
tomatera) por otro más pimpante. Aunque como los que ha visto en Amazon le han
parecido caros, al final ha comprado esta elástica serpientecilla que, por poco más de
un euro y sin más que haciéndole un simpático nudo, se transformará en un
cinturón tan original que ya quisiera lucirlo algún que otro cantante famoso,
de esos que salen en la tele y en la prensa con una zapatilla de cada color.
Además,
para que el resto de su aspecto no haga desconfiar al personal y para que les hagan
la pelota, en cuanto entren al restaurante y se acomoden en la
barra a esperar piensa extraer del bolsillo, con graciosa naturalidad, un
enorme fajo de billetes de doscientos euros atados con una gomita. Lo sacará,
lo examinará, contará un montón de parné como quien recuenta ovejitas para
dormir y, luego, lo guardará despreocupadamente. Aunque, como lo que birló no
da para tanto, también se va a proveer de los susodichos billetes en Amazon,
pues, sorprendentemente, los ha encontrado a un módico precio. Probablemente, piensa Ajonio fascinado por tamaño ofertón, porque la Fábrica Nacional de Moneda y Trimbre se ha olvidado de cortarlos, aunque para mí que no ha reparado en que el fabricante posiblemente sea Scottex.
Tras el
pedaleo vespertino cree Ajonio que alcanzarán algún hotelito coqueto y seductor
o, en su defecto, una paridera abandonada donde pasar la noche. Allí, el muy
pillín, tiene previsto dar otro par de sorpresas a Claudita.
La
primera, obsequiarla con un romántico regalo. En concreto, con un detector de metales para ver si, de una vez por todas, encuentran el anillo que Claudita perdió
hace un par de meses entre las pelusas del sex shop.
La
segunda, vestirse de modo sexy para provocar en Claudita un contento que dé con
ambos en el tálamo (o, si están en una paridera, sobre un confortable montón de
hierbajos). Para lo cual Ajonio ha decidido jugar, en plan picante, a Caperucita Roja y al lobo feroz. Ya sabéis, ¡que te como, que te como! Claudita será Caperucita. O Caperuzonotota. O lo que sea, pero roja estará
seguro: por el empapuzón de la comida, por el esfuerzo del pedaleo y por la
excitación que le producirá ver a Ajonio sensualmente ataviado del lobito que
pretende comérsela bien comida (si bien, en honor a la verdad, para zamparse a Claudita harían falta cien jaurías de lobos celebrando una boda). Para
lo cual un sensual Ajonio lucirá, por toda vestimenta:
Unas
zapatillas que evoquen al resto de lobos que completan la manada…
…calzadas
con unos distinguidísimos calcetines que disimulen lo enflaquecido de sus
canillas al tiempo que den forma y vida al bosque donde viven los lobos.
Todo lo
cual será completado con un discreto chupete que ayudará a Ajonio a mejorar el
aspecto de su sonrisa, pues su dentadura anda un tanto menguada desde los
sucesos ocurridos al final de La sota de bastos jugando al béisbol.
Hale, ya
tenéis nuevas noticias de Ajonio. Las de siempre, siguen donde siempre: en todas
las librerías, pues hasta en la última podéis pedir los libros publicados por
Mira Editores; y en ebook, en Amazon, donde, además de mis novelas, ya veis qué
cosas tan raras venden. Si queréis comprobar que no miento y/o, ejem, adquirir alguno de tan refinados adminículos, pulsad en los
enlaces que he puesto en el texto para escarmiento de incrédulos.
Terminado el libro. Lo primero agradecerte que lo dieras gratis a traves de Amazon. Ha sido divertido conocer las andanzas del pobre Ajonio, jajaj. Me he reído, pero la sopresa ha venido al final. Me ha sido muy grato ver el nombre de Marta en los agradecimientos. Una muy agradable sorpresa. Hace tiempo que sigo a Marta, he leído su magnifica trilogía y lo mejor, el año pasado tuve la oportunidad de quedar a tomar un café con ella a pesar de que nos separan unos cientos de kilométros. Vino a mi cuidad y para mi fue un placer y un orgullo que a pesar de venir en viaje privado, me llamara para poder cnocernos. Grande Marta!!! y me alegro saber que es tu amiga. Te deseo mucha suerte con tus libros
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Me alegra que te haya gustado ;-)
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