México.
La
política está podrida por una corrupción que mezcla la economía y la violencia,
y en el país campan a sus anchas dos cárteles de narcotraficantes, los Zetas,
que además se dedican a otros «negocios» como el secuestro y la extorsión, y el
cártel de Sinaloa, dirigido por el Chapo Guzmán. Cárteles que, en paralelo a
los negocios ilegales tienen una fachada «legal» que utilizan para blanquear el
dinero del crimen, blanqueo que, a su vez, les proporciona una notable
influencia política y social.
Una bella
y famosa actriz, Pamela Dosantos, aparece asesinada. Un periodista, por pereza,
da por bueno un chivatazo acerca del lugar donde el cuerpo fue encontrado, sin
caer en la cuenta de que eso involucra directamente a Salazar, un poderoso
miembro del Gobierno. Un Gobierno que, además, se encuentra en plena lucha para
recentralizar poder y que, por tanto, tiene enfrente a los
gobernadores-caciques fortalecidos por la previa descentralización, un proceso
en el que conocemos una parte de la deriva política de México en las últimas
décadas.
El
periodista, Tomás, es un tipo separado con una hija joven que inmediatamente se
da cuenta del lío en que se metido y comienza a temer por su vida, porque ciertos
políticos no ejercen el poder solo con la fuerza de la ley, sino también con la ley
de la fuerza. Pero ahí están para ayudarlo sus amigos de la infancia: Mario, un
tipo de lo más normalito casado con una mujer que no quiere ningún problema y
con un hijo que sabe mucho de informática; Jaime, de familia influyente con la que anda reñido ya sabrán ustedes por qué y que
terminó primero en los servicios de inteligencia y, todavía bien relacionado
con la DEA y con numerosas personas del mundo de la policía y la seguridad, es
una especie de James Bond titular de una empresa de ciberseguridad; y Amelia,
inteligente y guapa, la chica por la que todos suspiraban y que desde su puesto
de activista ha terminado como cuestionada líder de uno de los principales
partidos de oposición. Se hacían llamar «los Azules» porque era el color de los
cuadernos que llevaban.
El
interés de Mario por salvar el pescuezo sin renunciar a su vocación periodista que llevaba cierto tiempo adormilada tiene puntos en común con el de Amelia
de evitar a México el retorno al autoritarismo. Jaime -cuya vida corre peligro
por dedicarse a lo que se dedica- y Mario echan una mano, y en la de este
último colabora su hijo, de lo que devienen problemas para la familia.
La novela
narra el proceso de descubrir quién ordenó el asesinato de Pamela Dosantos,
lo cual implica saber más sobre ella al tiempo que se serpentea evitando los
peligros que acechan por doquier sin que se sepa a ciencia cierta de dónde
provienen, porque lo único seguro es que la violencia lo mismo puede proceder
de los cárteles del narco como de la corrupción institucionalizada. De
cualquiera que vea peligrar su situación, que es lo mismo que decir de casi
todos cuando casi nadie está limpio.
Una buena
novela de intriga, con cierta dosis de acción y de violencia, escriba con
cierta perspectiva televisiva, que el autor reconoce que en parte se basa en
hechos reales, una novela que permite hacerse una idea bastante cabal de cómo
«funcionan» algunas cosas cuando la corrupción se adueña de los estados. La ley
del más fuerte, cuya aplicación siempre implica algún tipo de violencia o
coacción.
El
realismo de las situaciones vinculadas a las circunstancias sociales y al
análisis político contrasta con lo peliculero de la figura de Jaime y, de algún
modo, con las concesiones a lo sentimental que provoca el reencuentro de los
Azules, a lo que pudo ser y no fue, a los enamoramientos pasados y nunca
confesados, a las rivalidades que ello implica, a la vuelta atrás que tantas
veces se produce a los cuarenta años, etc.
Una buena
y entretenida novela de la que lo peor que puedo decir es que a veces parece transcurrir
de modo demasiado lento.
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