Los ocho relatos que forman este segundo volumen de Historias de Vigàta publicado por Altamarea son los que pueden verse en la foto de más adelante.
Que nadie busque en ellos nada diferente a lo que al Camilleri más clásico, lo cual no es una crítica sino todo lo contrario: Camilleri fue fiel a su forma de escribir y quienes la disfrutamos agradecemos reencontrarnos con él en cada texto.
Unos más ingeniosos y alguno un poco menos, todos tienen en común el entorno espacial (Vigàta, trasunto de Porto Empedocle, localidad natal de Camilleri), la temporal (en general, finales del XIX y, sobre todo, principios del XX) y el paseo entre la picaresca de algunos relatos que en otros es sustituida por un ingenio en general puesto al servicio de la justicia, de ahí que no sea infrecuente que el poderoso (a menudo, simplemente, un adinerado con ínfulas) quede expuesto en toda su vacuidad por contraste con el desarrapado.
Y es que Camilleri siempre fue consciente de que, como decía una tía mía ya fallecida, solo hay dos clases sociales: tener y no tener, y que entre ellas se da la siguiente diferencia: el que no tiene pasa su achuchada vida intentando ser o, por lo menos, conseguir; mientras que a quien tiene a menudo le basta con estar para llevar una existencia regalada.
Sobre esta base se tejen las ocho historias, que alternan amoríos, más bien pasiones con fuerte componente sexual, como los relatos que abren y cierran la obra, y desfiles de personajes tan ricos y acomodados como vacuos junto a la caterva de listillos que sobreviven, unos de modo ingenioso y honesto y otros a costa, como una suerte de justicia poética, de los tontos con dinero.
Siempre lo mismo, pero siempre diferente, porque la vida se repite, pero las excusas para vivir son infinitas y surgen de en toda circunstancia. Camilleri siempre se ha apoyado en ellas. Así es como una rivalidad amorosa desemboca en una rivalidad comercial que acaba creando un vínculo emocional; cómo la atracción vence a la soberbia y la vanidad a la atracción y hasta al amor; cómo nos aferramos al fetiche que representa a una persona amada cuya vida está en juego; cómo nos dejamos embaucar por las apariencias y la sonoridad de las cosas, en combinación con nuestra ignorancia; cómo el amor y el cariño vence a la infidelidad, si es que hay infidelidad en el hecho que querer sobrevivir y hacer vivir; o cómo reaccionamos a la incertidumbre sobre nuestra propia suerte cuando la de los demás no ha salido muy bien parada.
Solo algunos de los temas que motivan cada relato. Para casarlos con los títulos, leedlos.
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