Victoire, la protagonista de este
pequeño librito publicado en Argentina, despierta un día en su cama junto a un
hombre muerto. Posiblemente, muerte natural, pero decidida a no meterse en líos
se mete en uno mayúsculo: escapa llevando consigo un escueto equipaje y todos
sus ahorros.
¿Qué puede hacer desde ese momento? Sobrevivir. Pero no es sencillo manteniendo el anonimato y con recursos limitados que enseguida comienzan a esfumarse. El lector asiste así a la peripecia de cómo una persona con una vida normal puede, sin más que dejando de trabajar, desembocar, sin darse cuenta, en la indigencia. Qué provoca cada cosa, de cuánto se puede prescindir, cuánto tiene de adaptación mucho de lo que nos parece inadaptación y la impotencia de la pobreza es todo lo que encontrará en lector en estas breves pero intensas y angustiosas páginas que demuestran que incluso cuando uno lo tiene todo dentro de sí para salir a delante, conseguirlo deviene imposible cuando en lo material se carece de absolutamente todo. Una invitación a la reflexión.
Y el final… Algún final había que darle, pero la pirueta de la última página no solo es magistral, sino que explica el único misterio (o, más bien, situación extraña) que de vez en cuando asoma la nariz por la fuga, durante un año, el año que da título a la obra, de Victoire.
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