En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

jueves, 21 de enero de 2021

Silencio administrativo – Sara Mesa

 



 

                Breve obra en la que se narra, reconstruidas como la experiencia de una mujer, las desventuras de la autora y alguna otra persona, incluida alguna de su familia, cuando decidieron ayudar a una indigente que no tenía ni dónde dormir.

                ¿Y en qué consiste «apoyar»? En ayudarla a conseguir una prestación pensada, en teoría, para ayudar al excluido. Unos poquitos euros al mes que por sí solos no bastaban para pagar una habitación y comer.

                Pero lo que se encuentra la protagonista al decidir ayudar a la indigente no son solo algunos trámites sino una muralla de problemas. Los que dan título al libro son los administrativos: algo tan básico como que la administración debe poder relacionarse con el ciudadano para pedirle esto o lo otro, o decirle que sí o que no, se convierte en un mayúsculo follón, en un imposible cuando tu lugar de residencia es cada día un rincón y cuando ni siquiera puedes pagarte un teléfono para estar localizable; por no hablar de las cautelas legales que para prevenir listillos o, simplemente, para acotar beneficiarios, se vuelven contra el más vulnerable, como ocurre en este caso con el requisito del empadronamiento, amén de la completa vulnerabilidad de quien nada puede, nada sabe y nada espera ante funcionarios que, humanos como son, no siempre atinan a saberlo todo –sobre todo cuando llegan casos atípicos- y entre los cuales siempre es posible topar con alguno manifiestamente mejorable. En resumen, el mundo no está pensado para los excluidos, y la ayuda al excluido está pensada por el no excluido; por eso se dan paradojas como que a personas sin techo les lleguen, procedentes de bancos de alimentos, productos –legumbres, arroz…- que de poco sirven a quienes, careciendo de techo, carecen también de cocina donde hacerlos comestibles.

                Junto a todos estos problemas el libro refleja también, o quizá incluso mejor, los prejuicios de la sociedad manifestados en multitud de pequeños detalles, como por ejemplo las miradas que la gente le echa a la desdichada protagonista el día en que la mujer que la ayuda le regala un móvil: el teléfono, que para la indigente es su única posibilidad de protección ante las agresiones que regularmente sufre, así como su único medio de contacto con el mundo –con la Administración y hasta con sus conocidos-, a ojos de muchos es un lujo superfluo: «Mírala, aquí pidiendo, pero con móvil». Y como este ejemplo, unos cuantos más.

                Mención aparte merece la referencia que la obra hace a la creencia demasiado corriente de que a quienes nada tienen se les regala todo y se benefician de un sinfín de ayudas que, en opinión de quien eso creen, fomentan la vagancia y el parasitismo. La realidad que muestra este libro, en cambio, es bien distinta: apenas hay ayudas; las que hay, tienen condicionamientos draconianos; las que los políticos anuncian a bombo y platillo como nuevas rara vez aportan nada porque sustituyen a otras ayudas que desaparecen; cuando llega la ayuda, llega tarde; además, son temporales y, para colmo, apenas sirven para mitigar aquello que pretenden paliar. Como varias veces repite la autora, ¿cabe mayor urgencia social que la de quien no tiene ni dónde meterse a la noche siguiente ni dónde dejar sus cosas?

                Una obra breve, muy bien escrita, que no pretende juzgar sino mostrar (y lo consigue), y que posiblemente cambiará muchas cosas en la mente de quienes la lean.

                Leedla.



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