«Mirad las personas que corren afanosas por las calles. No
miran ni a derecha ni a izquierda, con gesto preocupado, los ojos fijos en el
suelo como los perros. Se lanzan hacia delante, sin mirar ante sí, pues
recorren maquinalmente el trayecto, conocido de antemano. En todas las grandes
ciudades del mundo es lo mismo. El hombre moderno, universal, es el hombre apurado,
no tiene tiempo, es útil; no comprende tampoco que, en el fondo, lo útil puede
ser un peso inútil, agobiante. Si no se comprende la utilidad de lo inútil, la
inutilidad de lo útil, no se comprende el arte. Y un país en donde no se
comprende el arte es un país de esclavos o de robots, un país de gente
desdichada, de gente que no se ríe ni sonríe, un país sin espíritu; donde no
hay humorismo, donde no hay risa, hay cólera y odio.»
Eugène Ionesco.
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