Suicidio perfecto es la tercera de las novelas de Márkaris
protagonizada por el comisario Jaritos. De nuevo Grecia es el marco, esta vez
en los años previos a las Olimpiadas, de nuevo el pobre hombre se pasa media
novela sumido en el caos del tráfico ateniense, agudizado por las obras
olímpicas, de nuevo la novela es casi un callejero, y de nuevo se deja ver a
cada paso la idiosincrasia griega que está detrás de mucho de lo que ha
ocurrido luego. Una idiosincrasia, por cierto, no demasiado lejana de la
española.
El argumento es muy atrayente: un conocido y reputado
empresario se suicida en directo, en televisión, durante una entrevista. ¿Dónde
está el crimen, si el hombre se ha suicidado? Aparentemente en ningún sitio.
Pero Jaritos no lo tiene tan claro. Para liar la cosa, una organización de
extrema derecha se atribuye haber inducido al suicidio al caballero.
Pero el comisario está de baja (para ver los motivos, basta mirar
la última página de la novela anterior) y su sustituto amenaza con quitarle el
puesto con carácter definitivo. Esto, unido a las escenas matrimoniales y a la
presencia del futuro yerno conforman el entorno laboral y familiar que también da color y humor a todas las novelas de este personaje.
Pese a todo, Jaritos comienza a investigar a su aire; es decir irregularmente, porque está de baja, aunque con apoyo “extraoficial”. Sus pesquisas no le
conducen, sin embargo, hacia donde el Gobierno desea, y todo comienza a irle
mejor cuando las cosas comienzan a ir peor, en su propio decir: nuevos
“suicidios perfectos” y unas extrañas biografías complican todo.
Una lectura entre divertida y entretenida, con el típico humor gruñón del personaje, donde lo irreal
del caso no mengua el interés, sino que lo acrecienta. Solo dos “peros”: el
papel de las “biografías” y del “biógrafo” está un tanto traído por los pelos,
y su situación en el asunto es más evidente para el lector que para los propios
personajes durante bastantes páginas; y, sobre todo, el final: dar un final a
la altura del comienzo era tarea complicada; tanto que creo que Márkaris no lo
ha conseguido. Lo mejor, al igual que en las entregas precedentes, las agudas valoraciones
sobre motivaciones e intenciones que a cada momento hace Jaritos.
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