En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

miércoles, 18 de junio de 2025

Memoria de chica – Annie Ernaux

 



    Aún hoy, dos años y medio después de recibir el Nobel de Literatura, el artículo que Wikipedia dedica en España a Annie Ernaux  sigue siendo entre doce y quince veces más corto que los falsamente rigurosos que algunos escribientes por completo desconocidos han llegado a dedicarse a sí mismos bajo identidades ridículas, prestadas o usurpadas. Y eso que el artículo de Ernaux es hoy sustancialmente más extenso que el existente el día que la Academia Sueca la premió.

    Lo digo porque como en su momento lo usé de vara de medir respecto a varios artículos «sospechoso» de ese proyecto al que la inteligencia artificial pronto apiolará, ahora, siempre que oigo el nombre de Annie Ernaux me viene la anécdota a la cabeza. Pero lo digo no para hacer patente ¿injusticia? alguna ni para avisar de la torpe existencia de pobres diablos jugando a la confusión de parecer alguien, sino porque para saber de Annie Arnaux no es preciso husmear articulicos cuyo rigor puede ser lo que comer mofeta cruda a la gastronomía, sino leer su obra. Y de los tres libros suyos que llevo leídos este es el más claro para iluminar una parte de su personalidad y de su vida. Quizá la nitidez se deba a la perspectiva, ya que fue publicado en 2022, cuarenta y ocho años después de debutar, en 1974, con Los armarios vacíos. Se ve que doña Annie, con el tiempo, ve mejor de lejos.

    En Memoria de chica la autora, de 82 años en 2022, echa un vistazo a la joven que fue en el verano de 1958, cuando, a punto de cumplir 18, pasó unos meses como monitora en un campamento.

    La Ernaux escritora, que habla de sí misma en primera persona, se refiere a su desorientado recuerdo en tercera, como si aquella chica fuera otra persona distinta. Y lo es, claro. Y no lo es, por supuesto.

    Para que esta reseña aporte algo al libro publicado por Cabaret Voltaire, cuento que el 10 de junio de 1940 la localidad normanda de Yvetot fue arrasada por el 25º regimiento Panzer del ejército nazi, comandado por Rommel, que luego, con el resto de la 12º División Panzer, se haría célebre en África. Todo el centro de la localidad fue incendiado. En algunos sitios se habla de 1 000 víctimas en una población de pocos miles de habitantes (no he podido averiguar cuántos eran en 1940, pero en 1962 no llegaban a los  8 000). Annie Ernaux nació en Yvetot el 1 de septiembre de 1940. Imaginad en qué entorno. Justo cuatro años después, el 1 de septiembre de 1944, Yvetot fue liberado.

    En ese desgraciado contexto creció Annie Ernaux, hija de unos tenderos de ultramarinos de los que, por su escasa cultura y baja posición social, llegaría a avergonzarse, si hay que hacer caso a lo que cuenta en este libro. Si esta injusta vergüenza que se da a ciertas edades puede ser por la necesidad de los hijos de reafirmarse, o por la impotencia de verse dependientes de ellos en un pueblecito destrozado y sin futuro comparable al de otros lugares más afortunados, o por saberse a merced de una escasez de recursos que hace peligrar hasta el desarrollo de su propia inteligencia, de sus capacidades y posibilidades (¡Qué triste intuir que tienes la cabeza bien amueblada pero que confirmarlo dependa de que alguien decida dar becas accesibles! ¡Qué sensación de vulnerabilidad!), que lo juzgue el lector. El caso es que la joven de 1958 no tenía motivos para pensar que se iba a comer el mundo, aunque sí ganas de mordisquearlo para averiguar su sabor.

    A la Annie del siglo XXI le da por reconstruir casi minuto a minuto aquel verano en el que la Annie de 1958 llegó a un campamento para ser monitoria, pero buscando, en realidad, el descubrimiento del sexo y el amor, que de algún modo, en su nula experiencia de muchacha aislada y sobreprotegida, entendía unidos.

    Pero lo que en realidad encontró es que el hombre que primero «le hizo caso», por decirlo suavemente, lo que consideraba unido era el sexo y el poder. Si el sexo era para ella una forma de integrarse, para él era el modo de encabezar la manada, lo cual, a su vez, tiene que ver con la diferente posición social de hombres y mujeres. Aún estamos en la época en que lo que encumbra y hacer llamar a un hombre «seductor» o «don Juan», hunde y hace llamar «puta» y «cualquiera» a una mujer. Darse cuenta y asimilarlo fue un proceso doloroso, y el choque con su ingenuidad de tal magnitud que, para colmo, hizo de ella un hazmerreír entre el resto de monitores, situación que no mejoró las comparaciones físicas con alguna rival despampanante.

    En resumen, vas a salir del cascarón, a emanciparte emocionalmente, y te topas con el engaño, la burla, el ridículo, el acoso, la humillación… Abrir la puerta de casa para salir y llevarte un mayúsculo bofetón antes de haber llegado a pisar el felpudo.

    De eso trata este libro: de soledad, desorientación, aturdimiento, tristeza, rabia, incomprensión, sufrimiento… Y también de superación. Pero no una superación heroica, sino la común y corriente de quien solo es capaz de avanzar, sin destino, para escapar de un agujero; y es así como, avanzando sin rumbo, uno acaba no sabe muy bien dónde y en algún momento ha de detenerse y replantearse las cosas.

    Esto también lo cuenta Memoria de chica

    Como también cuenta la historia de la Annie que, más tarde, regresa a aquella zona y hasta duda si regresar a aquellas personas que la humillaron para darse cuenta de que el presente nada tiene que ver con el pasado y, lo que es a un tiempo tranquilizador y perturbador, nadie se acuerda más que de sí mismo, porque, ¿quién no ha vivido experiencias intensas que no dejaron ni la más mínima memoria en quienes te acompañaron? Cuando lo adviertes años después resulta entre pasmoso y humillante. Pero nos ocurre a todos.

    En cualquier caso, ni Annie Ernaux se encontró a sí misma en aquel verano ni posteriormente, cuando volvió a esos lugares; ni más tarde, cuando, ya octogenaria, quiso echar un vistazo a las personas de entonces. No se ha encontrado aún. Annie Ernaux se sigue buscando a sí misma, o no hubiera escrito Memoria de chica

    Y esto es una suerte, porque solo así seguirá escribiendo libros tan interesantes. No como las celebridades que ya solo piensan en hacer caja.

    Obra clara, de gran calidad por cómo está escrita, con precisión para dar con la nota adecuada y el hecho significativo. Y por lo que cuenta, que, más o menos, así o asá, de un modo u otro, es la historia de todos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario