Como no soy lector habitual de poesía no me atrevo a detallar una opinión sobre este breve libro, más allá de decir que me ha gustado mucho, sobre todo los poemas con los que, por motivos personales, más identificado me he sentido. Hay algunos verdaderamente hermosos.
El sol y las otras estrellas puede leerse en un pis pas, pero yo lo hice a lo largo de varios días, en dosis de uno, dos, tres poemas a lo sumo, que leía y releía más de una vez, unas veces para recrearme y otras para intentar saber a qué se refería la autora, que ya se sabe que lo que llevan los poetas en la cabeza no siempre es diáfano, y si no logras averiguarlo no entiendes lo que ha puesto en el papel ni puedes, por tanto, apreciar el resultado. Leer poesía, al menos para mí, es un trabajo arduo: a menudo requiere, por este orden, lecturas de expedición, lecturas de investigación, lecturas de comprensión y, finalmente, de deleite. La lectura dosificada facilita este proceso y hace más sabrosa la degustación.
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