Amor se escribe sin hache es algo más que una novela de humor, es un clásico, una novela de una altura más que
considerable.
Lo primero que llama la
atención es que su estructura, por llamarlo de alguna manera, deja casi todo
que desear desde la perspectiva de “las buenas maneras” (no se sabe si
literarias o empresariales) de la novela “que se vende”. Y no solo porque la
novela en sí esté repartida en capítulos más o menos caprichosos (no así las
partes), porque los apartados proliferen como las setas en un otoño lluvioso o
porque el autor se permita el lujo de espolvorear dibujitos allí donde le
parece, sino porque la “presentación” que hace de sí mismo, siendo divertida,
lo mismo podría estar que no, y porque las “críticas” finales poco aportan
(aunque, a cambio, son mucho más cortas). En resumen: Jardiel Poncela hizo
exactamente lo que le dio la gana, y le dio la gana hacer lo que se le ocurrió
en cada momento; y lo mismo que escribió lo que escribió pudo haber añadido los
menús que comió mientras duró la redacción de la novela o el número de veces
que se rascó la nariz. Una de las mejores cosas de Amor se escribe sin hache es, sin duda, que a cada línea se nota
que el autor se lo pasó en grande escribiéndolo, y que hizo lo que le apeteció,
pensando más en reírse él que en hacer reír al lector.
El argumento es un poco
quijotesco: “ir contra las novelas de amor en serio a través de una novela de
amor en broma” (no es textual, lo pongo de memoria). Y para ello se sirve de
una mujer, lady Brums, que además de hermosa tiene una cantidad de amantes que
no podrían reunirse en ningún lugar más pequeño que un estadio olímpico. El
protagonista, el distinguido señor Pérez Seltz, alias Zambombo, bebe los
vientos por ella. Apenas la ve cae rendido, víctima de ese amor idealizado que
el autor pretende criticar. Lo que ocurre luego es lo previsible, pero la
gracia no está en la inexistente sorpresa, sino en la caricaturización de lo
que, ocurriendo a menudo, siempre se trata con solemnidad, casi con dramatismo,
en las novelas de amor: que del amor al odio hay un paso. Aunque Zambombo más
que ese paso da un salto, porque llega más allá, hasta los motivos que hacen de
esta situación algo tan frecuente. ¿Y cuál es el principal motivo? Que amor se
escribe sin hache, como se indica al final.
La historia en sí no deja de
ser disparatada, porque los personajes son exagerados, aunque entrañables, pero
mucho más que en los hechos el humor rezuma en el tono, en las observaciones
que juegan al absurdo y con el doble sentido de las palabras y, también, en la
complicidad que el autor logra con el lector a través de las notas a pie de
página o mediante comentarios o incluso imaginarias conversaciones con él. Así
consigue no hacer olvidar que la historia no es más que algo que el autor cuenta
al lector, y que siendo un acto de comunicación, tan protagonista es uno como
otro. La novela, en realidad, es la excusa para pasar juntos un buen rato.
En muchas ocasiones el
resultado de este humor es similar al del gag, por lo inesperado, por lo
ingenioso, por la forma en que el drama desemboca de golpe en la carcajada;
otras veces Jardiel recurre directamente al gag; pero también abunda el
sarcasmo, camuflado a través de la pretendida vacuidad del autor, que pasa así
a integrarse como fuente de humor, como algo tan risible como la propia
historia, sin que renuncie a reírse también de todo y de todos.
Porque esa es otra: no deja
títere con cabeza, y la crítica a personas, modas y, sobre todo, a la
literatura en serie, a las malas obras de teatro o incluso a los actores, son
constantes. Sorprende tanta audacia en un autor que, al escribir esta novela,
solo tenía 26 o 27 años.
Para ir terminando, el humor
de Poncela, siendo muy particular, está relacionado con ese humor entre lo
fantástico y lo absurdo que pocos años después popularizaron en el cine los
Hermanos Marx, aunque, obviamente, la escritura le da una carga de profundidad
mucho mayor que el cine.
Solo un “pero”, que en
realidad no lo es, se me ocurre, aparte del ya mencionado caos organizativo
(que no supone ningún caos en el relato, dicho sea de paso): las ocasiones de
reírse son constantes, se dan a cada párrafo, lo cual puede cansar en una
lectura rápida. Por eso es mejor leerlo
a través de muchas dosis cortas que por medio de unas pocas largas.
Y a todo esto, ¿amor por qué
se escribe sin hache? Porque con hache solo se escriben las cosas importantes:
hijos, hermanos, historia, heroico, herencia, honra y, por supuesto, humor.
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