Segunda y muy entretenida novela de Cristina Cassar Scalia protagonizada por la subcomisaria de Catalia Vanina Garrasi, una mujer que llegó a esa tierra siciliana procedente de Palermo, huyendo de su pasado en la lucha antimafia. Claro que de lo que en realidad huyó fue del amor; del que sentía por su pareja, un fiscal antimafia al que en el fondo adora, pero con el que no puede convivir por el miedo a que el día menos pensado alguien le metan dos tiros en la cabeza y vuelva a sufrir como le ocurrió con su padre, policía asesinado ante ella por la mafia.
La lógica de la luz no es un libro para que los lectores se hagan los listillos (como, ejem, ha sido mi caso en este y en las novelas de intriga que he leído en los últimos meses), porque corres el riesgo de tener tan claro quién ha sido el malo que puedes perder algo de interés, creyéndote, como un memo, que has sido más listo que la autora. Pero no. Cristina Cassar Scalia quizá no haya sabido mantener la duda en el lector en esta obra, pero sí despistarlo lo suficiente para crear en él incorrectas certezas que se ponen de manifiesto al final, con varios giros de guion bien traídos, inesperados e ingeniosos.
Además, la novela atrapa. ¿Por qué? Pues no lo sé, que es lo mejor que se puede decir de un autor, porque eso significa que atrapa por todo. Por los personajes, por la trama y por el ambiente.
En esta ocasión sí he visto algunos puntos en común con Andrea Camilleri (sobre todo en el modo de actuar de algunos personajes procedentes de la primera novela, que aquí acaban de encontrar su papel), lo cual menciono porque fue esa comparación la que me hizo conocer a Cristina Cassar Scalia, pero, como ocurría con la primera novela, la enorme diferencia con Camilleri es que ella es en extremo puntillosa: a sus personajes se les acompaña a lo largo de toda la jornada y el lector sabe con todo detalle lo que han hecho y pensado en cada momento. También, como muchas personas, sus personajes viven en parte en el futuro. En el futuro al que temen o del que esperan algo. Y allí el lector les sigue acompañando.
¿Y de qué va la trama?
Una noche, unos pescadores aficionados que andan atrayendo peces con lucecitas cerca de la costa ven cómo un coche llega a un punto donde la carretera termina y alguien baja para lanzar al agua una pesada maleta. ¿Qué hay en ella? No se sabe, porque las olas la despanzurran y vacían, pero algo puede aventurarse debido a que presenta signos que la vinculan a la desaparición de cierta atractiva chica.
Reconstruir la vida de la desaparecida hace surgir en las páginas de la novela el pequeño universo que rodea a toda persona, desde el personal al profesional. La interferencia policial genera reacciones en él y… Y, bueno, el universo de la investigadora también se ve afectado por el trabajo, y a sus compañeros de trabajo también les repercute y…
De todo ello surge no solo una trama que, como he dicho, no resulta sencillo de predecir pese a que durante muchas páginas pensé lo contrario, sino también, y es lo más importante, un conjunto de relaciones personales entre personajes diferentes por edad, sexo, profesión, estatus, intereses… pero que tienen miedos, afinidades, apetencias y otros intereses que se entrecruzan y convergen en muchos momentos, lo cual es lo mejor de la novela, con diferencia. Cristina Cassar Scalia no solo plantea una adivinanza con la trama, sino que con esa excusa muestra un paisaje humano y territorial rico y verosímil.
El resultado es una novela dinámica y entretenidísima. Si ya la primera me gustó hasta el punto de que he tardado poco en leer esta segunda, tras esta lectura ya tengo en el punto de mira la tercera.
Y creo que la cuarta se publica muy pronto en España.
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