En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

miércoles, 18 de abril de 2012

Las guerras de Elena - Marta Querol


 
          Cuando en la primera página una madre tirada en mitad de la calle abraza a su hija junto al cuerpo, abatido de un balazo, del hombre al que amó, y cuando en la segunda página, a finales de los años 60, esa misma mujer, acompañada de un detective con una cámara de fotos, irrumpe en el dormitorio conyugal sorprendiendo a su esposo con otra mujer, una novela promete emociones fuertes. Y Las guerras de Elena, segunda novela de Marta Querol (B de Books), que sale hoy a la venta, cumple esa promesa.

          Tengo la suerte de ser amigo de la autora, lo cual me ha permitido conocer la novela antes de su publicación y hacer hoy esta “reseña primicia” (¡la primera primicia de este blog!). La hago tras haber leído la novela dos veces, que no es lo más frecuente, pero eso me permite comentarla de forma más profunda y fundamentada. Y me alegra poder hacerlo, tras haber seguido desde el primer instante las peripecias de El final del Ave Fénix, novela, dicho sea de paso, que pese al título no conoce final, pues tras superar dos ediciones moribundas desde el principio a causa de dos editoriales no mucho más pimpantes, ha alcanzado el número 1 de ventas en Amazon, en el mejor estilo del auténtico Ave Fénix. Por algo será.

          Decía en el primer párrafo que la novela ofrece emociones fuertes, y así es. Pero lo hace entrecruzando dos líneas: una  va suavemente de más a menos y la otra en sentido inverso, de forma que el interés se mantiene en todo lo alto, evolucionando de un motivo a otro, hasta alcanzar un final adictivo y vertiginoso.

          La primera línea se basa en la tensión emocional, en los descalabros personales y familiares producidos por una separación traumática en lo personal, traumática en lo social (a finales de los 60 apenas había parejas separadas) y con una hija de por medio. La hostilidad entre los cónyuges y entre las dos mujeres es brutal, pero no pueden enviarse al diablo y olvidarse mutuamente por culpa de Lucía, la niña, convertida en pelele de todos: Elena, una madre autoritaria, a veces despectiva, volcada en su trabajo y a la vez obsesionada con que “la querida” no robe a Lucía lo que algún día “debe” heredar; Carlos, el padre, un tipo campechano, trabajador, pero también ingenuo, manipulable y en ocasiones algo calzonazos; y Verónica, “la otra”, una putilla de tres al cuarto que buscó a Carlos para salir de la pobreza y que ve en la niña la rival en la disputa del patrimonio del hombre.

          Y algo más cruza los caminos de Carlos y Elena: sus trabajos al frente de sendas fábricas del mismo sector.

Portada de
la primera edición digital
          Con estos antecedentes, “las guerras” son constantes, aunque debemos situarnos en la época para comprender batallas y actitudes: la nueva pareja apenas puede mostrarse en público porque no están casados, Elena no quiere que su hija tenga el más mínimo contacto con “esa mujer”, Carlos quiere integrar a su hija en su “normalidad” tan anormal en los 60 y primeros 70, Verónica quiere ganarse al padre a través de una niña a la que aspira a desplumar, la niña es un bicho raro entre los demás niños, y crece entre la angustia y la soledad, no encontrando refugio más que en sí misma. Cada visita, cada coincidencia, es una ocasión para la disputa, y no digamos ya eventos como la primera comunión de la pobre Lucía.

          Pero la novela es realista, no crea tensiones gratuitas ni forzadas, se limita a reflejar las inevitables en una situación así. Estas tensiones, como es lógico, van menguando con el paso de los años. De ahí que haya hablado de esa suave línea de más a menos, lo cual no significa que el interés decrezca, porque cuando las tensiones emocionales van menguando a medida también que Lucía va creciendo y teniendo criterio propio, toma el relevo la otra línea, la que evoluciona de menos a más, sosteniendo el interés de la novela; una línea vinculada al misterio y la acción: Elena acude a una feria comercial en el extranjero. Allí conoce a un misterioso hombre, Djamel: lo más parecido a un hombre perfecto que ha encontrado nunca. Y, para colmo de dicha y turbación, tan lejos de su país que poco puede temer del “qué dirán”.

          Así es como la novela entra en la fase en que Elena, de alguna manera, como todo el mundo haría en su pellejo, “rehace” su vida. Lo entrecomillo porque no cambia su vida cotidiana, sino sus prioridades. Lucía,  y Carlos y Verónica, que hasta ese momento eran su razón de ser y de odiar, ceden paso a Djamel y a todos los sueños y posibilidades que su sola existencia sugiere.

          El misterioso y atractivo Djamel tampoco es inmune a Elena, y es capaz de aparecer y desaparecer de su vida cuando y donde ella menos lo espera. Llegamos así de Valencia, donde se desarrolla la novela, a Beirut, donde Elena acude a una feria, MOFITEX, en el hotel Holiday Inn, en busca de la clientela precisa para salvar las inversiones hechas en su empresa.

          Los sucesos de Beirut, que coinciden con el fin de la “Suiza de Oriente Medio,” marcan un punto y aparte en la conducta de la protagonista hacia Djamel: desaparecen medias tintas, dudas y recelos. Y por lo que a la trama respecta, abren definitivamente la puerta al misterio. Ojo ahora, porque llegados a este punto es complicado no querer acabar la novela de un tirón.

          Qué pasa después, lo sabrá quien la lea. Me permito decir solamente que en los personajes, como con las personas, las apariencias engañan. Y no digo más, porque el lector averiguará todo en el intenso y frenético final.

          Pero aunque no desvele el desenlace, sí voy a hablar sobre él, porque la línea de la tensión emocional se alza de súbito a causa de ciertos hechos, y la expectación, de pronto, sube hasta el infinito al dispararse a la par la línea de acción y misterio: tramas e intrigas se suceden a ritmo vertiginoso, mezcladas con el misterio, y solo seguidas por la posibilidad de ser descubiertas y hacer saltar todo en pedazos.

          Quienes gustan de finales en los que es imposible dejar de leer, no olvidarán fácilmente Las guerras de Elena.

          Y termino haciendo alusión a otras cuatro cuestiones relevantes:

          La primera, los personajes: resulta sencillísimo calarlos, de bien caracterizados. Merece la pena fijarse en los secundarios: Lorenzo, Dolores, Gerard, Juani, Gonzalo, Boro... Retratados en dos pinceladas como si los conociéramos de toda la vida. Algunos, como Dolores, son antológicos: la mezcla de ironía y mala leche que destila en sus frases son para enmarcar. Varios los conocemos ya de El final del Ave Fénix, aunque no es preciso haber leído una novela antes de leer la otra.

          La segunda, el personaje de Lucía. Es fundamental pese a su pasividad. Como niña que es, nada puede hacer para influir en unos adultos desquiciados y dominantes, pero, a la vez, el mundo de esos adultos gira en torno a ella, lo que la transforma en el armazón de toda la novela: nada de lo que se cuenta tendría sentido si ella no existiera.

          La tercera, el ambiente: Valencia, el mundillo de pequeños empresarios que saben lo que llevan entre manos y trabajan de sol a sol, un mundillo con problemas económicos en las empresas, pero sin penurias personales, donde florecen los “pequeños placeres burgueses” como tener un apartamento en la playa, un buen coche, un buen piso o asistenta en casa en una época donde cualquiera de esas cosas otorgaba cierto estatus social; gente, en definitiva, capaz de conseguir, sudando la gota gorda, aquello a lo que tantos españolitos aspiraban.

          Y la cuarta y última, el contexto: la sociedad mojigata, los meapilas, la tentación oculta,  la indefensión de la mujer, la forma en que el decoro cede ante la conveniencia, la apertura, la homosexualidad escondida, los sucesos políticos nacionales e internacionales... En definitiva, la forma en que el ser humano se adapta a cada tiempo concreto, aunque él mismo los va creando sin llegar a cambiar nunca su propia esencia.

          Una gran lectura que no dudo acabará llegando a miles de lectores.




 

1 comentario:

  1. Muy buena reseña. Navegando te he encontrado y veo que tenemos muchas lecturas en común, así que hazme sitio que aquí me quedo. Saludos.

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