El 7 de mayo de 2011 publiqué mi primer artículo en este blog.
Hoy, 11 de abril de 2025, este hace el número mil.
Entonces me disponía a publicar mi primera novela, «La terrible historia de los vibradores asesinos», y en un alarde de, ejem, sabiduría, ejem, ejem, pensé que si un blog sobre parajillos atraía ornitólogos, uno sobre literatura atraería lectores. Como, además, solía reseñar para consumo propio mis lecturas, la parte ardua de mantener un blog no iba a ser tal. Pensé también (a lo vista de los resultados, con menos sabiduría) que quizá alguno los «ornitólogos» que llegaran en busca de libros más conocidos que mis obras maestras repararía en que, a la derecha, una columna anunciaba la existencia de una novelita de humor de título algo raro. Catorce años después espero y deseo que además reparen también en las otras tres.
Es decir, a diferencia de Francisco Umbral yo no vine aquí a hablar de mi libro, sino de los libros de otros…. Pero para que alguien acabara hablando de los míos.
¡Hay que ver qué difícil es dar a conocer un libro y qué constancia he tenido!
Pero también es verdad que este blog pronto se convirtió en un vicio independiente de dar a conocer a Ajonio Trepileto, y luego a ciertos desventurados Reyes Magos y al hombre que enseñaba a leer. Tener aquí, siempre accesibles, mis recuerdos y opiniones sobre Andrea Camilleri, Eduardo Mendoza, Terry Pratchett, Jardiel Poncela, Tom Sharpe, Delibes, Lemaitre y un montón de lecturas y autores de multitud de géneros, países y épocas, es un lujo útil. Y al compartir estas entradas en las redes he conocido lectores con quienes he pasado muy buenos ratos. A bastantes de ellos he llegado a apreciarlos personalmente, y son muchos los que me han descubierto impagables lecturas. Y, por cierto, como pretende también todo bloguero literario, he conseguido dar a conocer algún buen libro a otros lectores, lo cual es una satisfacción tremenda.
¿Y por qué cuento todo esto?
Pues para dar las gracias a todos los que han pasado y pasáis por aquí.
¡Incluso aunque no hayáis leído mis novelas!
¡Gracias!
O, mejor dicho: ¡MIL GRACIAS!
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