En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 30 de junio de 2025

Los buenos hijos – Rosa Ribas

 



Muy buena y sólida es esta segunda entrega (2021) de la agencia familiar de detectives de Mateo Hernández, situada en el barrio de Sant Andreu, en Barcelona, en una vieja casa colonial donde también viven buena parte de los personajes. Aunque, eso sí, recomiendo haber leído antes la primera, que reseñé el año pasado: «Un asunto demasiado familiar» (2019).

La recomendación trae por causa que las complejas relaciones entre los Hernández son una continuación de aquella novela. No descubro nada si digo que la madre sigue con sus problemas psiquiátricos y que el padre, Mateo, continua ejerciendo de jefe y no de socio de sus hijos, y que las relaciones con ellos tienen todo que ver con lo que sucedió en la novela anterior y, sobre todo, con por qué sucedió. En «Un asunto demasiado familiar» la hija mayor, Nora, había desaparecido, al parecer voluntariamente, y al final el lector conoció las razones (que no voy a decir aquí para no reventar nada a nadie). En «Los buenos hijos» todos los lectores las conocen ya (y a quien no, se le recuerdan) pero la mayor parte de los personajes siguen ignorándolas. Esta es una de las patas sobre las que se apoya la novela.

Otra viene dada por los casos que llegan a la agencia. Varios y de diferentes tipos, que alcanzan a despertar un fuerte interés, lo cual da ocasión para que cada cual ejerza sus habilidades, incluso las inconfesables. Las sospechas sobre estas últimas tampoco mejoran el clima familiar.

El bípedo anda solito hasta que ambas patas se enredan, cuando los casos y el modo en que los abordan los personajes, cada uno con su personalidad, acaban por tener consecuencias en las relaciones entre ellos y en la suerte de cada uno, con morrocotuda sorpresa incluida que de pronto pone todo patas arriba y abre la vía a una acción mucho más contundente y emocional, frente a la racionalidad previa. La cosa termina como sabrá quien lea la novela.

Me permito apuntar que la reacción a esa sorpresa genera una tensión emocional enorme al llevar al límite la pugna entre la individualidad de cada uno, siempre rupturista, y el espíritu del clan, siempre aglutinador. Una tensión que ya desde la primera novela servía para enmarcar emocionalmente la trama.

Lo que de «malo» tiene la novela es en realidad muy bueno: resulta complicado empatizar con ninguno de los personajes porque, muy a su pesar, todos tienen más sombras que luces. No tanto porque sean gente malvada, que no lo son aunque sí tengan los escrúpulos un tanto desordenados, sino porque son presas de sus limitaciones, miedos, complejos y obsesiones. El padre tiene un pasado lejano y oculto, como su fiel ayudante Ayala, y mantiene a sus hijos como segundones en la agencia; la madre está como una regadera según el día, y su sola presencia es inquietante; además, ninguno de los dos es demasiado afectuoso con nadie. La tía tiene un algo de estorbo; y en cuanto a los tres hermanos, ninguno está a gusto con su vida: Nora está reubicando su existencia y su obsesionada cabeza; Amalia anda en una delicada posición pues si no defrauda a su hermana lo hará a sus padres y además no sabe qué debe hacer para ser fiel a sí misma; y Marc anda presa de sus complejos, vicios y circunstancias no demasiado risueñas. Para colmo, seamos sinceros, no les sucede nada alentador.

La consecuencia es que el ambiente no es muy agradable y sí estresante y deprimente. Esto, que quizá a algunos lectores no les guste por lo que tiene de desasosegante, es, en cambio, un gran mérito. La historia es lo que es, y debe ser áspera para no ser otra. Una historia, volviendo al principio, sólida y solvente, escrita con claridad, orden y lucidez.

No creo que tarde mucho en leer la tercera entrega: «Nuestros muertos» (2023).


No hay comentarios:

Publicar un comentario