Inspirado en
el Cándido de Voltaire, el Cándido de Sciascia nace en Sicilia, en pleno
bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial, hijo de un abogado local con
relaciones peligrosas y de una madre que enseguida se encapricha de un oficial
estadounidense. El matrimonio se deshace, y si la disputa habitual es quién se
queda con los hijos, en esta ocasión es la opuesta: nadie quiere al niño, que
acaba permaneciendo con su padre hasta que, indirecta e inconscientemente,
Cándido hace algo que marcará para siempre su vida.
Queda luego
al cuidado de su abuelo -un fascista reconvertido a la democracia, que le hace
el caso justo- y de una criada que se ocupa de las cuestiones de intendencia.
Por ambos es tenido como una especie de diablo. La formación acaba en manos del
Arcipreste.
Cándido es
cándido, por si alguien lo dudaba. Y a lo largo de la novela vemos cómo
evolucionan sus inquietudes, cómo cambia su vida y cómo, desde la ingenuidad,
consigue meter en problemas a todo el mundo. Sciacia consigue mantener un
clarísimo hilo conductor, que da unidad a la novela, pese a que cada capítulo aborda
cuestiones completamente diferentes, todas concretas; cuestiones que se van
planteando a medida que pasan los años. Un libro para pensar, para reflexionar
sobre la forma en que la verdad dificulta las cosas, para comprender que las
relaciones sociales se basan en grandes patrañas, que vivimos en un mundo en
que los intereses fuerzan una “realidad ficticia”.
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