Un pequeño inconveniente tiene un pequeño inconveniente: le sobran la mitad
de sus casi seiscientas páginas. ¿La razón? Lo que cuenta es bien poco.
George se acaba de jubilar, y descubre que su esposa le pone
una buena cornamenta. La pareja tiene dos hijos, ambos independizados: Jamie,
un homosexual inmaduro, y Katie, separada, con un hijo y con un pronto
considerable, que acaba de anunciar que se casa con Ray, un tipo relativamente
bien situado pero algo quisquilloso –aunque sin pasarse- al que no se sabe muy
bien por qué todos ven con muy malos ojos.
Mark Haddon (1962) |
Parece, sin embargo, que todo debería ser una excusa para
relatar el proceso de George, algo nada divertido, al menos en teoría: primero
parece hipocondría, luego trauma por la cornamenta, y, más tarde, una clara
demencia senil que, al final, se queda en lo que se queda, confirmando que la
novela se limita a una sarta de situaciones más o menos típicas y tópicas
salpicadas por alguna que otra idea expresada en frases aisladas que revelan
una profundidad de pensamiento no usada en el conjunto del texto. Da la
sensación de que los males de George solo han sido utilizados para conmover el
corazoncito del lector.
Con lo facilona que es de leer, con lo simplona que
resulta esta novela, y lo que se me ha atragantado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario