En este blog solo encontrarás reseñas de libros que en algún momento me ha apetecido leer. Ninguna ha sido encargada ni pedida por autores o editores, y todos los libros los he comprado. En resumen: un blog de reseñas no interesadas para que sean interesantes.

lunes, 7 de julio de 2025

Andar – Thomas Bernhard

 


No hace mucho leí por primera vez a este autor. «El malogrado» fue la obra. Así que estaba avisado de qué me esperaba. Y es bueno estarlo porque, si no, hasta que la lectura toma velocidad de crucero este libro podría parecer una tomadura de pelo cuando, en realidad, estamos ante una pequeña maravilla.

Thomas Bernard escribe y reescribe una y otra vez las mismas expresiones o variantes, dando mil veces los mismos datos, como quien mira el punto fijo de un agitado caudal que, pese a su movimiento, siempre parece el mismo. Además, el narrador habla por boca de un tercero que en ocasiones habla por boca de un cuarto, lo cual permite caprichos estilísticos que enlazan con la reiteración de expresiones. Como decía al reseñar «El malogrado», esta forma de escribir tiene más que ver con la obsesión que con la complejidad, aunque las vueltas y vueltas parecen embarullarlo todo, lo cual, sin embargo, es una sensación engañosa: basta con cogerle el tranquillo para no perder ripio.

Ese modo de escribir, de cien pasos adelante y noventa y nueve atrás, obliga a un avance lento, pero que también es avasallador. Bernhard avanza con lentitud, pero con contundencia. Como una apisonadora. Cuando deja algo atrás es porque ya lo ha exprimido. No ha dejado ni las raspas. De ahí la maravilla: parece que no avanza y, al final, ha contado lo que ha querido con enorme profundidad.

El innominado narrador de «Andar» se va a andar con su amigo Oehler, que antes caminaba los lunes con Karrer, quien ya no puede ir a pasear con él por estar encerrado en un manicomio, el Steinhof, tras detonar su chifladura con ocasión de la compra de unos pantalones en una determinada tienda. Oehler paseaba con él, presenció los hechos y todo ello da lugar a un amasijo de recuerdos y consideraciones sobre Karrer, los psiquiatras, la vida y la muerte. Como en narrador nos cuenta lo que hablaba en los paseos con Oehler que evocaban aquellos otros paseos de Oehler con Karrer, de ahí el título. Y también, supongo, porque las conversaciones entre los paseantes trasladadas al lector llevan a algún sitio.

El narrador expresa los pensamientos y palabras de Oehler, que a su vez a veces expresa los de Karrer e incluso este los del psiquiatra, si no recuerdo mal, en una especie de juego de matrioshkas en la que cuesta saber quién está hablando (y, por tanto, desde qué punto de vista) hasta que, una vez tras otra las frases terminan con un «dice Oehler» o un «Dice Karrer, dice Oehler» y quizá alguna explicación aún más compleja, como «dice el psiquitra, dice Karrer, dice Oeheler» y el narrador le dice al lector.

El resumen del argumento es el siguiente: un tipo no muy cuerdo pasea con un amigo, un día se desata la locura y retorna al psiquiátrico donde ya estuvo, y reflexionar obsesivamente sobre esto, sus causas y consecuencias le permite a Thomas Bernhard alumbrar una historia magistral sobre la vida que parece a un mismo tiempo locura y dechado de sensatez. No digo más. Quien se atreva a etiquetarla, que lo haga, pero algo me dice que toda clasificación será cuestionable.

Gran historia, corta, escrita con prodigiosa habilidad, y cuya lectura requiere mucha atención. No es una novela que llegue al lector, sino que debe ser él quien se meta en ella. Es decir, no es apta para pasar cualquier rato, pero sí excelente para buscar uno bueno y dedicárselo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario