Balada de Perros
Muertos es una novela centrada, aunque no se dice, en la frontera entre Méjico y Estados Unidos, inspirada en la violencia de Juárez. Antes de leerla me permito aconsejar echar un vistazo en Google al mapa de la zona, a la fina
línea que separa la violencia de Juárez
de la “civilización” de El Paso, ya
en territorio estadounidense; será una buena forma de comprender lo irracional
de la violencia, y de la impotencia que pueden llegar a sentir las víctimas,
que lo son por la arbitrariedad de las fronteras y de las personas.
La trama es sencilla: varias muchachas aparecen muertas, con
indicios sobrados para pensar que han sido asesinadas por un mismo criminal. El
comisario Padura es el encargado de la investigación, pero su interés por
avanzar es equiparable al que tiene por perder la vida, que es lo que le puede
pasar si los caminos del crimen, como es esperable en esa zona, conducen al
narcotráfico. Como además su propia hija murió en circunstancias extrañas que no han sido aclaradas, el comisario asume la investigación de estos crímenes rendido de antemano a la fatalidad de dejarlos impunes.
Pero algo mueve a Padura en contra de él mismo: su irracional enamoramiento de una
pintora empeñada en echar luz sobre el asunto. Y así transcurre la historia:
con el protagonista sin querer investigar mucho para evitar problemas, pero sí
lo bastante como para que la pintora no lo mande al diablo. Entre medio, el capo
local del narcotráfico, cuyo poder no se limita a su propia mafia, sino que se
extiende por las instituciones, y que, acostumbrado a hacer y deshacer a su
antojo, el único límite para satisfacer sus caprichos lo marca su propia y
trastornada imaginación. A su servicio, además, cuenta con un antiguo policía
que trabajó con el comisario.
Basta esto para descubrir los ingredientes que hacen mantener la tensión al lector, incluso hasta exasperarlo: la injusticia de la violencia por una parte y, por otra, la indolencia de los poderes públicos, incluso de las funcionarios honestos, cuando el miedo y la corrupción se ha adueñado de la vida de todos.
Una novela dura, bien narrada aunque con algunos pasajes
algo confusos, que fue premio Alfonso en
Magnánimo en 2008.
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