Peculiar novela con un dúo
protagonista: Arturo Zarzo, detective privado, cuarentón, divorciado y gay, y
su exesposa, Paula, una inspectora de hacienda coja.
La obra se estructura en tres
partes: la primera, los diálogos telefónicos nocturnos entre ambos personajes,
con un pique continuo porque ni Paula puede dejar de herir a Zarco por cómo y
por qué la abandonó, ni él puede evitar jugar con ella para
sentirse todavía de interés para alguien; en esta primera parte Zarco narra su
torpe investigación del ya antiguo asesinato de una geriatra casada con un
inmigrante de origen árabe; las pesquisas lo han llevado a conocer a buena parte del vecindario
de la finada, entre el que ha encontrado a un muchacho, Olmo, por el que ha
perdido la cabeza. En la segunda parte leemos los diarios de una de las
vecinas, la madre de Olmo,que parecen echar bastante luz sobre los hechos y
añaden otros muchos sorprendentes. Y, la tercera, es un nuevo diálogo, con la
diferencia de que es ahora Paula quien cuenta a Zarco su improvisada
investigación.
A favor de la novela, la
originalidad del planteamiento y de la exposición; también la brillantez con
que en ciertos momentos se expone lo cotidiano a través de largas retahílas de
detalles, observaciones o comparaciones. Hay también una constante pátina de humor debida al modo en que los personajes son condescendientes consigo mismos. Y, en contra, precisamente, cierto
abuso de esas secuencias de ideas, a veces redundantes, que cuando no son
brillantes no aportan nada más que sensación de estar leyendo un mal e interminable malabarismo; también se produce cierta confusión debida a la abundancia de personajes y a los distintos planos
-realidad, visiones subjetivas, fantasías- con los que son presentados; conviene leer atento y con la memoria despierta.
El conjunto, interesante.
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