Al pensar
en Antonio Muñoz Molina nadie piensa en novelas de humor, pero Los misterios de
Madrid lo es. Y, además, magnífica. Una de esas obras que dignifican el humor sin
más que recurrir a un personaje caricaturesco acicalado con un lenguaje
cuidadísimo y un ritmo pausado y constante que hacen de Lorencito Quesada, el
protagonista, un tipo que nada tiene que envidiar a ningún «loco» insigne.
Lorencito
Quesada es un triste dependiente en El Sistema Métrico, en la imaginaria Mágina,
trasunto de Úbeda. Lleva toda la vida en ese puesto, pero a la vez es reportero
de Singladura, el panfleto local, donde en sus crónicas informa y describe el
majestuoso esplendor de las costumbres del lugar. Entre ellas, por ejemplo, las
procesiones de Semana Santa. Lorencito es un tipo pudoroso y amante de
las buenas costumbres, y siente por el sexo femenino un respeto reverencial
muy vinculado con su incapacidad para relacionarse, la cual, a su vez, tiene
mucho que ver, aunque él no se dé cuenta, con su inane inocencia y su condición
de tímido y convencido meapilas anclado en un pasado inexistente.
He
puesto el ejemplo de la Semana Santa porque la novela comienza cuando uno de
los tipos más influyentes de la ciudad hace llamar a Lorencito para informarle
de una desgracia y encomendarle la solución: alguien ha
robado una de las dos figuras más importantes de la localidad: el Santo Cristo
de la Greña, al cual pronto hay que sacar en procesión. Por suerte, el ladrón
ha dejado una pista que permite ponerle nombre, porque ha perdido algo: su inconfundible
peluquín.
Antonio Muñoz Molina. Úbeda. 1956 |
El
proceso de encontrar al Santo Cristo de la Greña hace también de Los Misterios
de Madrid una novela de intriga, incluso una novela negra. Y muy bien llevada. Tan bien que la intriga se funde con lo humorístico haciendo una sola cosa. En la novela la ciudad
se convierte también en personaje. En algo/alguien que ha cambiado y cambia con
cada calle tornándose ora acogedor, ora amenazador. Contado por un narrador que adopta la óptica
de Lorencito, con un tono que recuerda al NO-DO, de desastre en desastre y de
sinsabor en sinsabor nada le ocurre a Lorencito Quesada que no mueva a la compasión y a la
sonrisa, y así el lector sufre por él y se alegra de sus éxitos. De pifia en
pifia, de exitillo en exitillo hasta el exitazo final. La historia de un tonto
que triunfa a base de honradez y buena intención.
Una novela
maravillosamente escrita que a veces, por ese tono, me ha recordado al Caballo
desnudo de José Luis Sampedro. Otro autor magistral que nadie vincula a las
novelas de humor.
Leed Los
misterios de Madrid.
Una selección de novelas Antonio Muñoz Molina:
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