lunes, 3 de marzo de 2025

Hay algo que no es como me dicen. El caso de Nevenka Fernández contra le realidad – Juan José Millás

 


En marzo de 2001, tras una baja por depresión, Nevenka Fernández, entonces de 26 años y concejal de Hacienda de Ponferrada, dimitió y denunció públicamente por acoso sexual y laboral a su jefe y compañero de partido, Ismael Álvarez, alcalde de Ponferrada y antes senador, con quien había mantenido una breve relación a la que más adelante me referiré. Álvarez fue condenado y dimitió. Sin embargo, pese a la sentencia Nevenka se tuvo que ir de España y el delincuente encontró amplio apoyo social, incluido el público apoyo de la esposa del entonces Presidente del Gobierno y también el del Presidente del Senado, todos de su partido, como había encontrado, durante el juicio, el apoyo del fiscal José Luis García Ancos, tristemente célebre por ser apartado del caso tras su brutal su interrogatorio a Nevenka. Otros personajes, como el cantautor local Amancio Prada, de edad similar a la del alcalde, y el influyente periodista Luis del Olmo, también de Ponferrada y entonces en el cénit de su carrera, también apoyaron al delincuente. A Luis del Olmo, poderoso e influyente cuando este libro se publicó, no lo cita Millás, que yo recuerde, pero esta información puede localizarse  en la red.

Que la víctima tuviera que irse a otro país para poder rehacer su vida y que el delincuente fuera considerado mártir y hasta ejemplo a seguir en política motivó que en 2004 Juan José Millás escribiera este libro que, creo yo, pasó tan desapercibido como la injusta suerte de la víctima. O será que yo, asiduo lector de Millás, no lo había conocido hasta que ha sido reeditado al calor de la reciente película inspirada en la historia de Nevenka. Este calendario concentrado en los tres o cuatro primeros años del siglo explica que el libro termine cuando termina, muy poco después del juicio, y que no pueda contar que mientras ella sigue hoy exiliada, su agresor se permitió el lujo de regresar a la política volviendo a ser elegido concejal. Eso sí, creó su propio partido. 

El subtítulo lo dice todo: «El caso de Nevenka Fernández contra la realidad» y es que hacer ver la realidad que sufrió la zambulló en una lucha desigual contra la «realidad oficial» formada a base de prejuicios, conformismo y preservación del status quo que tanta fuerza tiene en la sociedad, sobre todo en la parte de ella que más tiene que perder (dinero o posición) con la verdad, sin comillas. Sin duda muchos, incluyendo parte de la acomodada y empresarial familia de Nevenka, no querían «meterse en líos» ni ser pasto de habladurías. Otros, quién sabe si por intereses económicos limpios o turbios, políticos o de algún otro tipo, querían salvar al alcalde a toda costa. ¿El resultado? Se ningunea a las víctimas para que nada cambie en la confortable vida de todos hasta el punto de culpabilizarla para que ella misma se anule y deje en paz al mundo.

El libro explica con detalle el proceso de acoso y se aventura en por qué los hechos ocurrieron de esa forma y afectaron como afectaron a Nevenka, y es que cada ser humano es diferente y las circunstancias de cada cual son determinantes del resultado. Es decir, Millás se aventura con éxito y veracidad (y creo que con acierto) en el terreno del análisis psicológico a la búsqueda de la explicación de por qué las cosas sucedieron como sucedieron.

Es así como sabemos que Nevenka era, en aquella época, una mujer muy joven e inexperta en todo, especialmente en lo social y emocional. Apenas había salido del cascarón, como suele decirse. Era una hija modelo que nunca había roto un plato porque su personalidad la llevaba a sentirse responsable de todo e iba por la vida con la actitud de pedir perdón por existir.

Su agresor, en cambio, era un hombre que rondaba los cincuenta años, empresario de la noche, retratado como el típico alcalde caciquil que controla todo y a todos y manipula en su propio provecho; un tipo capaz de mosconear en torno a otra mujer cuando su esposa está en las últimas y con experiencia vital y habilidad suficientes para pastorear almas cándidas, y encima perfumado con el poder. Se advierte que la atracción que sintió por Nevenka es el único motivo entendible para que le ofreciera ir de número tres en las elecciones, cuando ella jamás había estado en política ni tenía experiencia profesional suficiente para gestionar la concejalía de hacienda de una ciudad más grande que varias capitales de provincia. Pero la convenció de que sería capaz y vemos también cómo la manipuló hasta lograr (¿o forzar?) una efímera relación y cómo, cuando Nevenka le dio calabazas, reaccionó de modo brutal con un hostigamiento que si hubiera sido horroroso para cualquier persona normal, tenía que ser devastador para alguien con la personalidad y la casi nula experiencia vital de Nevenka. Un hostigamiento que no solo consistía en amenazas y vacíos, sino también en el juego sucio de intentar hacerle ver que ella no estaba bien de la cabeza, de que el «listo y razonable» era él y ella era la pobrecita atontada que no se enteraba de nada.

        Una perla, el caballero. Un perfil típico: caciquil, pelagatos con dinero y poder que actúan con prepotencia, soberbia o paternalismo, según les convenga, para conseguir sus caprichos y preservar el yo. Así lo retrata Millás. Un tipo, lo sabemos ahora, capaz de publicar un autoelogio veinte años después, como si a alguien le importara algo, como si a esas alturas, cuando ya nadie se acordaba ni se acuerda de él, no sonara a excusatio non petita...

Vemos también, y esto es lo más importante del libro, la dificultad para trasladar todo esto a un juicio, porque, así como la agresión física, por ejemplo, ocurre en momentos concretos y suelen dejar evidencias constatables, la manipulación y la anulación de la personalidad es un goteo de palabras, frases, silencios, actitudes e interpretación de papeles cuya reconstrucción es muy costosa y cuya evaluación con efectos jurídicos es imposible sin la existencia de peritos médicos verdaderamente comprometidos y profesionales. Esto es importantísimo, porque en el mundo del peritaje los «profesionales» dispuestos a decir una cosa o la contraria según quien pague son legión.  

Pero sobre todo vemos nuestra sociedad de entonces, a nosotros, en un espejo. Y lo que vemos es lamentable. Por desgracia, no es que ahora estemos mucho más guapos: se ha avanzado, pero aún mantenemos un pie en aquel pasado, como lo demuestra que ahora, al hilo de la película y de la reedición de este libro y con ellos de la efímera vuelta de Nevenka a la actualidad, ninguno de quienes se posicionaron a favor del agresor haya salido a decir algo tan simple como «Lo siento. Me equivoqué». 

Las sociedades, como los individuos, se equivocan y eligen caminos incorrectos. Pero así como una persona puede rectificar con celeridad, las sociedades lo hacen muy despacio. Nevenka Fernández, aquella chica que cayó en la depresión y en la desesperación ante el acoso de Ismael Álvarez y la complacencia de la sociedad, tiene ya cincuenta años. Solo una parte de la sociedad ha sido capaz de reconocer que fue injusta con ella y, por tanto, también responsable de su dolor.

Un gran libro para la reflexión, escrito con claridad y maestría, y en el que quedan bien deslindados los hechos de las dudas y opiniones del autor, todas sensatas, razonables y siempre acompañadas de su fundamento.