Da pena que libros de humor tan buenos como este no sean
reeditados con asiduidad. Me temo que encontrar Un náufrago en la sopa es hoy tarea complicada incluso en formato
electrónico. O, al menos, yo no he sido capaz de encontrarlo tras leer la vieja
edición que ahora comento.
Un náufrago en la
sopa es, de alguna manera, pariente de Amor
se escribe sin hache, de Enrique Jardiel
Poncela. Comparten hilo argumental (el amor como “recursos supremo de los
ociosos”) y gusto por el absurdo. Aunque en el caso de Un náufrago en la sopa el absurdo adopta la forma de cierto
“gamberrismo literario”, de travesura del autor, de ingenio constante, a cada
párrafo. Un humor así se dirige tan directamente al lector que le fuerza a
reaccionar: o le gusta o lo detesta. Y a mí me ha gustado. Y mucho.
El argumento no es para tirar cohetes: Hugo, aburrido,
hastiado de la vida, está a punto de morir de pura ociosidad, pero conoce a
Palmira y se enamora como un tonto. Luego sufre un desengaño, trata de
olvidarla pero, por fin, vuelve a la carga con un éxito que verá quien lea la
historia, aunque como lo importante no es el qué sino el cómo, tampoco es gran
problema desvelar lo ya sabido: que las personas solo sueñan con lo que no
tienen. Pero si he dicho que el argumento no es original, ¿por qué estamos ante un
magnífico libro de humor? Por la inaudita cantidad de disparates que el autor
es capaz de hilar, uno tras otro, sin dar tiempo a reponerse de uno cuando ya
llega el siguiente. El argumento es, en realidad, una excusa para encadenar
ideas tan graciosas como ingeniosas.
Junto al absurdo se dan otras muchas formas de humor, como
por ejemplo ciertas repeticiones, perfectamente dosificada, que generan un
efecto muy gracioso (y si no que se lo digan a don Roberto Fropp, don Carolito
Massip, don José Primavera y hasta al propio Lupo), también son frecuentes las
calificaciones chocantes atribuyendo relevancia a hechos circunstanciales ajenos a toda acción
(como lo de “enana madre”), que mezcla lo importante con lo accesorio,
haciendo que no sé sepa en realidad qué es lo importante y qué lo
accesorio; hay confusiones entre la
realidad y la fantasía, como el asunto del tatuaje, y personajes tan delirantes y divertidos
que su sola aparición ya mueve a la sonrisa (como el doctor Valière o Zezé, el
amigo de Hugo, cuya desaparición, por cierto, se cierra con un colofón
magistral que culmina al personaje y mueve a la carcajada)
Literatura de humor imprescindible, pero, por desgracia,
prescindible para las editoriales.
En algunas paginas todavia se puede encontrar (facilmente) en formato digital.
ResponderEliminarMiré en Amazon y en algún sitio más, y solo estaba de segunda mano en papel.
ResponderEliminarMuchas gracias por la elogiosa referencia a mi abuelo. Un saludo.
ResponderEliminar;-)
ResponderEliminarleí este libro en la adolescencia gracias a la gran biblioteca que tenía mi padre (hoy lastimosamente casi perdida debido a las mudanzas) y me pareció brillante por su crítica a la gente que se casa solo por tener comodidad, un plato de comida, seguridad económica, y el precio a pagar es una vida totalmente monótona y aburrida, es una lástima que ese libro lo perdí, me gustaría releerlo para ver si ahora a mis 30 le doy una análisis mas profundo que el que le di aquella vez.
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