Mario Vargas Llosa ha expresado
su temor de que el ebook conduzca a la banalización de la literatura. Entre
las reacciones he visto la mesurada de algún escritor que afirma, y con razón,
que lo importante es el contenido y no el formato (aunque sin entrar a analizar
si están relacionados), y otras, como la de algún otro escritor que se
autodefine más por el formato y los procedimientos de venta que por sus
contenidos y que ha aprovechado la ocasión para mofarse de uno de los más
importantes intelectuales vivos, revelando, de paso, su propia estatura
intelectual.
Al hilo de esto escribo este artículo, porque sin negar al formato
electrónico su incuestionable futuro, Vargas
Llosa no habla por hablar: la historia ha demostrado que el formato influye en lo que se publica.
Y mucho.
La idea es simple, y se basa en dos premisas: el formato no es una cuestión literaria, sino
tecnológica y, por tanto, afecta a los usos empresariales. La segunda: cada nuevo formato ha supuesto un
abaratamiento en los procesos de producción.
Cada nuevo adelanto (y abaratamiento) en el formato ha permitido sacar
a la luz cosas en ese momento consideradas “menores” (por eso no se habían
publicado), aunque algunas de ellas hayan acabado luego consagradas (lo cual espero
que consuele a Vargas Llosa). Veamos
un par de ejemplos.
Uno de los efectos de las nuevas técnicas de encuadernación fue la
aparición de libros de bolsillo, que permitieron literatura como la de Marcial Lafuente Estefanía o Corín Tellado. Da la razón a Vargas Llosa que esta literatura
generalmente haya sido calificada de “menor” y sus autores hayan sido excluidos
de la literatura “oficial”; aunque cuando Corín Tellado falleció, Vargas
Llosa le dedicó un elogioso artículo, considerando injusto el tratamiento que
se le había dispensado.
El siguiente ejemplo es verificable en la web del INE: cuando los
costes de impresión eran elevados (pensemos, por ejemplo, cuando había que
componer el texto letra a letra) una edición requería un mínimo de ejemplares
para ser rentable, o precios muy elevados. Con las nuevas técnicas ese mínimo se redujo. Por eso las tiradas medias no han dejado de descender
en los últimos años, hasta situarse en poco más del millar de ejemplares en
España. ¿Pero entonces se han vendido menos libros? No, porque por aquello de
los usos empresariales que citaba, se ha
ampliado hasta el infinito el número de títulos publicados, ya que resulta más fácil vender los primeros cien
ejemplares de cualquier obra que el segundo centenar. A los datos me remito:
hemos dejado atrás años con 24.000 novelas publicadas. ¡24.000! Casi 66 al día,
casi 3 a la hora día y noche día tras día. Y 80.000 títulos en 12 meses, si
tenemos en cuenta todas las publicaciones. Es razonable pensar que el listón
para seleccionar 24.000 novelas está más bajo que cuando se publicaban 6.000.
Luego la calidad media, seguramente, ha menguado, dando de nuevo la razón a Vargas Llosa.
En consecuencia, ¿por qué el
formato ebook no va a acentuar el proceso, dado que sus costes de producción
son todavía más reducidos? Apenas hay costes variables porque el papel, la impresión, el almacenaje, el
transporte y hasta buena parte de la distribución minorista desparecen. Solo
quedan costes fijos, que son muy
pocos: corrección (y no siempre), una mínima maquetación y alojo. Lo lógico,
por tanto, es que se agudice el proceso:
que se publiquen todavía más títulos
(aunque va a ser mucho más complicado hacer las estadísticas, debido a la
floreciente autoedición digital), que de
cada uno se vendan cantidades irrisorias, y que el nivel medio de la literatura
publicada caiga todavía más.
Por último, a medida que el ebook vaya creciendo irán cayendo las
librerías tradicionales. En consecuencia, la
difusión masiva quedará reservada a las obras que decidan las empresas
propietarias de los pocos escaparates virtuales relevantes. Las empresas, y
no es criticable, se guían por criterios empresariales, entre los que imitar el
éxito es el más eficaz, aunque eso estrangule la creatividad del escritor y
silencie al que no se pliega a las modas. Esto ya ocurre, pero se va a
acentuar. Un motivo más para dar la razón a Vargas Llosa.
Ya sé que el tema levanta pasiones y muchas reacciones de todo blanco o
negro. Sin embargo la realidad siempre combina
distintos tonos de gris: por supuesto, seguirán existiendo obras maestras,
por supuesto seguirán existiendo grandes autores, y, por supuesto, el ebook
dará voz a magníficos escritores que de otra manera no la hubieran tenido. Vargas Llosa reconoce esta idea en su crítica a la cultura actual, e incluso da nombres (aunque sus
más críticos lo omitan). Sin embargo, en general será más complicado localizar
y difundir la calidad en el maremagnum que se avecina. En definitiva, Vargas Llosa, me temo, tiene razones
para decir lo que dice.
Coincido contigo
ResponderEliminarun artículo para una profunda reflexión que haré detenidamente. Gracias por vincularlo y que yo haya podido leerlo. Volveré!!.
ResponderEliminarGracias ;-)
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